12

9 1 0
                                    

Una vez tranquilice a mi estúpido corazón, me prepare para ir con mis roomies. 

—Hola bella durmiente—molesto mi querido primo.

—Tonto. 

—¿Tu control de lectura es hoy?—pregunto la Star dándole una mordida a su tostada.

—Si—respondí con flojera. Esperaba obtener mejores resultados esta vez.

—Te va a ir bien—me sonrió el Bastián, a veces me daba miedo que me leyera con tanta facilidad.

—Ojalá—le devolví la sonrisa.

—Igual no te preocupes, te prepararemos algo rico para la noche—el Julián me dio un pequeño abrazo. 

Era increíble lo rápido que pasaba el tiempo cuando te mantenías ocupada gran parte del día, sin embargo, la situación no parecía mejorar, seguíamos confinados en nuestras casas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era increíble lo rápido que pasaba el tiempo cuando te mantenías ocupada gran parte del día, sin embargo, la situación no parecía mejorar, seguíamos confinados en nuestras casas. Por lo menos en mi casa habíamos logrado mantener una dinámica de sana convivencia.

Sonreí nerviosa y observe nuevamente el contenido, me sentía como una adolescente de 13 años regalándole algo a su crush y siendo sincera, quizás no era tan alejado de la realidad.

Toque con suavidad la puerta y escuche el "pase" del Bastián. Abrí y lo vi con la guitarra en sus piernas, me sonrió.

—¿Todo bien?—pregunto acomodándose.

—Si, tengo algo para ti.

—¿De verdad?—sus ojos brillaron y mi sonrisa se agrando al ver su emoción.

—Toma—le extendí el paquete,  él lo tomo, examinando la envoltura improvisada y saco la pulsera.

—¿Y esto?—me miro emocionado, sus ojos brillaban y quise que fuera así siempre.

—Noté que te gustan—dije acariciando su muñeca, ya tenía la confianza de hacerlo sin temor a incomodarlo. 

—Gracias por esto—dijo poniendo su mano en mi mejilla—la atesorare, lo prometo—la llevo a su pecho.

—Que bueno que te gusto—me puse de pie—debo ir a preparar la cena.

—Zelda, ¿quieres retomar?—señalo su guitarra, lo mire dudosa—seré paciente, lo prometo.

—No dudo de tu paciencia, sino de la mía—aclare—lo pensaré.

—Bien, ¿necesitas ayuda?—pregunto.

—No—dije aunque todo en mi decía que aceptara. Últimamente mis pensamientos estaban demasiado confusos, sin embargo no era tonta, sabía que mi forma de verlo estaba cambiando y eso me tenía muy rara. 

Me estire y comencé a sacar los ingredientes para la cena, hoy nos daríamos un gusto distinto, había estado buscando recetas nuevas y había encontrado una lasaña que prometía. 

ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora