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Bostece provocando que mis ojos se llenarán de lágrimas, ya eran las dos de la mañana y yo continuaba estudiando para una prueba que tendría mañana. Cuando creí que era suficiente apagué mi pc y salí en dirección a la cocina, necesitaba un vaso de agua.

Mientras me servía sentí que mi celular vibró, extrañada por la hora encendí la pantalla encontrándome con unos mensajes de mi ex. Me mordí el labio, indecisa de verlos o no, pero terminé abriendo su chat, básicamente todos sus mensajes decían lo mucho que se arrepentía y que quería que volviéramos.

Bloquearlo sonaba tentador en ocasiones, pero sabía que luego estaría la tentación de volver a saber de su vida, por lo cual lo tenía ahí, ya no revisaba su perfil ni su chat con la misma frecuencia, sin embargo, una parte de mi aún se aferra a él.

Camine de vuelta a mi pieza cuando sentí unos sollozos, me detuve en seco y con inseguridad me acerque a la puerta. Entonces lo oí más claramente, estaba llorando.

Abrí la puerta con cuidado y me acerqué hasta él, parecía estar dormido.

¿Por qué me había tomado la facultad de entrar? No tenía respuesta alguna.

—¿Bastián? —hablé en voz alta pero no recibí respuesta alguna. De hecho, se inquietó aún más al oírme.

Dude un instante, pero me acerque hasta estar a su altura.

—Bastián, despierta—lo moví, él abrió los ojos y sus lágrimas fueron más obvias.

—¿Qué? —preguntó sentándose rápido secándose las lágrimas.

—Perdón, es solo que te oí y no pude evitar venir—dije preocupada.

—Lo siento—apartó la mirada—no es nada, puedes irte.

—Sinceramente no parece nada, puedes decirme—intente tomar su mano, pero él se apartó antes y aunque sabía que odiaba el contacto físico, me dolió su acción.

—Estoy bien—dijo apretando su mandíbula, esa era la señal para dejarlo solo.

—Buenas noches—dije casi en un susurro dispuesta a irme.

—Dijiste que fuiste egoísta con tu mamá en el pasado—habló antes de que yo saliera, me gire sin entender—¿Qué pasa si hubiera sido al contrario? ¿La odiarías?

–Supongo que sí, así como sé que ella me tiene resentimiento—suspiré, igual no tenía ganas de hablar de eso.

—No puedo odiarla—trago saliva con dificultad o eso pareció—no puedo, por más que lo intento.

—Bastián...

—A ella debe pasarle lo mismo contigo—me miró— tu mamá, no creo que te odie Zelda.

Me quedé en silencio un momento, ¿a quién se refería? él continuó mirándome sin decir nada más, quizás porque estaba metido en sus pensamientos.

—¿Te iras? —hablo con la voz quebrada.

—¿Bastián? —pregunté con el corazón acelerado, lo vulnerable que se veía me destrozó completamente—¿quieres que me vaya?

—No, no quiero estar solo—bajo la mirada.

—Me quedaré—me acerque despacio y él se acomodó de lado, con miedo lo tape bien—Duerme, estoy aquí, todo va a estar bien.

Me dio una media sonrisa y estiró su mano hasta mí, la tomé con cuidado y me senté en el suelo.

Me dio una media sonrisa y estiró su mano hasta mí, la tomé con cuidado y me senté en el suelo

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