3

42 8 2
                                    

A penas sentí la punzada en mi cabeza me odié. ¿Por qué había tomado tanto? ah sí, porque el maldito de mi ex me había engañado.

—Por fin despiertas—me senté rápido y me queje al instante, el Bastián me miro burlón—sorry.

—¿Qué paso? —murmure con la voz ronca—mi voz...

—Tanto cantar—se rio—lo diste todo anoche.

—¿La dura? —pregunte mientras él me pasaba un vaso de agua—gracias.

—Sí, digamos que anoche te pasaste de copas—se encogió de hombros—la Domi hizo un show por eso.

—Cuando no—me dejé caer de espalda en la cama, pero me volví al instante—¿y la Star?

—¿Star? —pregunto divertido—supongo que te refieres a tu amiga.

—Sí, ¿está bien? ¿dónde está?

—Está bien, con el Julián—sonrió.

Lo mire en shock, ¿al fin se habían atrevido a acercarse mutuamente? ¿mi ship era real?

—Seguro lo pasaron mal—comente bromeando y me deje caer en la cama más tranquila—¿y tú?

—¿Yo, que? —pregunto sereno, tenía una vibra que trasmitía paz.

—¿Lo pasaste bien?

—Seh, digamos que mi acompañante era una parlanchina de lo peor.

—¿Quién? —pregunte curiosa.

—Tú.

—¿Qué? —me senté nuevamente, lo que provocó otra punzada en mi cabeza—¿me cuidaste?

—Tampoco tan así, digamos que ambos nos acompañamos mientras el resto lo pasaba bien—sonrió.

—Seguro fui patética—negué—sorry, creo que en estos momentos no soy buena compañía.

—No es así—se encogió de hombros—después de anoche y lo que me comentaste es entendible.

—Te conté todo—afirmé rendida.

—Sí, un poco. Igual tranquila porque no te juzgo—sonrió— a veces nos rompen el corazón, pero de cierta forma eso nos hace más fuertes.

—Ni siquiera sé cómo sentirme, a veces tengo rabia, otras veces pena y así—suspire—pero ¿fuerte? ni en sueños.

—Es reciente, ya verás como el tiempo hace lo suyo.

—¿Qué es esto? —miré hacia la puerta y me encontré con la Domi mirándonos sorprendida—¿Qué pasa aquí, primita?

—¿De qué? —pregunte seria, sinceramente no estaba de ánimos para soportar a la Domi.

—¿Estás buscando consuelo en mi ex? —se burló y miro al Bastián esperando su respuesta—porque podrías buscar una mejor opción.

—¿Ustedes...? —pregunte sorprendida, ¿cuándo paso que nunca supe? —igual ten un poco más de respeto.

—No te preocupes—dijo el Bastián—me da igual lo que ella diga.

—Si claro, pero eso no importa—se sentó en la cama—¿de que estaban hablando? ¿de mí?

—Deja de creerte el ombligo del mundo un rato—dije poniéndome de pie—y lo que hablemos, que te valga, después de todo eso es cosa nuestra.

–Que sensible—levanto las cejas—aunque igual te entiendo, o sea, te engañaron.

—Gracias por recordármelo—me puse de pie harta, saqué una toalla de mi mochila y me fui a bañar.

ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora