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Z-

Todo era feliz de nuevo. Zoey volvía a caminar por los pasillos de la escuela moviendo sus caderas y sonriendo a cualquier persona que pasara a su lado. Claro, cuando llegaba a casa lo primero que hacía era quitar los kilos de maquillaje en su rostro y brazos, veía al espejo las heridas en su piel y colocaba las cremas curativas encima. Las marcas en su torso eran otra historia, intentaba mantenerlas lo más ocultas posibles, sobre todo de Phineas. Ella solucionaría eso, como siempre.

—Oye, ¿Cómo funciona esto? —Volteó a verlo por encima del hombro.

Phineas veía los tubos de ensayo, se detuvo para ayudarla. Movió su asiento más cerca de ella y se colocó sobre sus codos para poder ver mejor el microscopio.

—Oh, así... —Comenzó a mover cosas. Zoey lo miraba con atención.

A veces pensaba que era demasiado bueno para ser real. Phineas le caía bien, no podía negar eso, era como si hubiera algo en él que la hiciera sentir aceptada. Probablemente pudo haberse topado con cualquier otra persona allí, tal vez pudo haber elegido una chica para esto, pudo haberse tomado un mayor tiempo para compartir algo tan serio como lo que compartió con Phineas la noche que fueron a su casa. No fue así. Phineas fue el primero que se presentó ante ella, raramente pudo sentir el sentimiento de calidez en sus ojos, no sintió la necesidad de buscar a alguien más, pudo saber que él era bueno y no como el resto.

Lástima que tuviera que ser él.

— ¿Entendiste? —Ella asintió con la cabeza y él sonrió.

Sin embargo, siempre hay algo de amargura en casa persona. Phineas no era la excepción y Zoey no era tonta. Podía notar las miradas, los susurros, los gestos, los detalles. Él miente, tiene esa habilidad, no la usa tan seguido, pero la tiene ahí. Zoey también mentía bien, podía nota cuando él lo hacía.

Había pasado una semana entera compartiendo todo tipo de conversaciones con Phineas y apenas había descifrado parte de él, nunca terminas de conocer a una persona.

—Mira esto —Su tono de voz era animado, como el de un niño. Zoey volteó distraída a ver—. Es genial.

Dejó caer la mezcla sobre otro de los tubos de ensayo creando otra derivada. El color cambiaba y la espuma salía. Podía ver la reacción. Se sentía feliz por él, parecía estar en su burbuja. Hasta que se la revienten.

—Hey, Parlon. —Hubo un golpe en la mesa y el fuerte olor a colonia enfermó a Zoey.

Notó como Phineas dio un salto a un lado, sus dedos temblaban. Lo veía de pies a cabeza y notaba que no era por el repentino susto, era por la compañía.

— ¿Cómo lo hiciste? —Se asomó sobre la mesa pasando la lengua por el interior de la mejilla— Es increíble.

Phineas se había tragado su lengua. Parecía procesar la pregunta una y otra vez, pero el miedo no le permitía encontrarle sentido. El muchacho en el extremo de la mesa tenía el rostro bronceado, su piel era áspera y tenía algunas cicatrices bruscas, para nada atractivas. Sus gestos simplemente eran repelentes y sus ojos eran muy oscuros.

—Yo... —Comenzó a explicar, alargaba los espacios entre las palabras y su lengua era torpe— Solo tienes que hacer eso.

—Bien —Daba golpecitos en la mesa con los dedos—. Eres listo, Patético.

—Es Parlon. —Zoey lo miró con molestia.

Ambos voltearon a verla. Phineas con una mirada decaída y el otro con los ojos entrecerrados. Era como si compitieran por quien parpadea primero. Levantó las cejas señalándola, Zoey puso un gesto de asco.

Young and Lost: LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora