1.

11 4 0
                                    

Z-

Si esto fuera un cuento de hadas, uno en el que existe una damisela en espera de su típico príncipe azul y una horrenda bruja que hace su vida algo imposible, con lindas criaturas mágicas y animales que hablan; hay muchas perspectivas de las que lo puedes ver. Primero que nada, el castillo, un horrendo lugar en donde la princesa está atrapada en cautiverio contra su voluntad y custodiada por dos monstruos que impiden su rescate. Eso definitivamente tiene una check en un lado dentro de la lista. Pero, ahora viene lo bueno, y es que Zoe no es una princesa en apuros, y aunque sí necesita escapar, ella no espera que la rescaten.

Por otro lado, a esperado mucho tiempo por ese día. Desde que empezó el verano anterior, tan malo como los anteriores, ha empezado a calcular cuál sería su siguiente paso y como lo ejecutaría. No dejando escapar ni un solo suspiro si no estaba dentro de sus planes. Desde su postulación a una escuela diferente a la carcacha a la que iba anteriormente, desde empaquetar el nuevo uniforme en plástico y esconderlo para que ninguno de esos señores le pusiera la mano encima.

Era desde ese día en el que iba a cambiar el resto de su vida. Y ella sería la que se hiciera cargo de que sus palabras se cumplieran, porque, al final, solo se tenía a ella misma.

Camisa, falda, corbata, saco, zapatos y moño. De un momento a otro se había vuelto una verdadera ciudadana digna de caminar en la calle sin que la gente se preocupara si estaba bien cuidad, cuya respuesta a esa pregunta es "no", obviamente. Pero se veía estúpida con el moño. Adiós. Ahora sí, con la insignia brillante bien puesta y cara muy limpia, ni siquiera parecía ella misma.

Ningún agujero o rayón en la ropa, o una mancha sobre su piel. Era una serpiente que había cambiado de piel, pero seguía siendo una serpiente.

Sin embargo, aunque físicamente fuera otra persona, el mismo miedo de salir más allá del marco de su puerta corría por sus venas todavía. Y las mismas lágrimas querían salir de sus ojos al momento en el que fuera enfrentar a los dos monstruos fuera de su cuarto.

Se acercó a la perilla. Esta estaba rota desde hace un tiempo y su llave había "desafortunadamente" desaparecido. Tiempo después, Zoe descubrió que si metía bien el gancho y lo ajustaba como una llave podía atascar la cerradura y evitar que entraran. Y no quieren saber bajo qué circunstancias tuvo que averiguarlo. Quitó ese mismo gancho y lo colocó a un lado de su cabello rubio. Palmeó sus hombros, lisó su falda y caminó recto hacia el pasadizo.

Ella siempre miraba hacía el suelo cada vez que caminaba por esa casa del terror al que llamaba hogar. Cada rincón, cada centímetro, habían sido tocados por un mal recuerdo o momento por el cual ella había pasado. No podía ver la mesa junto a la habitación de invitados a medio destruir sin recordar la primera vez que le golpearon la mano haciendo que sangrara, ni observar la vieja ventana al final del pasillo sin recordar la vez en que los cobradores llegaron rompiendo la puerta para llevarse lo que les debían de las apuestas que habían hecho. Ese tipo de puntos que le recordaban momentos como esos, habían alcanzado hasta su propia habitación.

—Pero miren quién se digna en aparecer —Sonia habla con la voz ronca—. Zoe, querida, ¿Un poco tarde para preparar el desayuno, no crees?

Zoe tragó saliva. No habían esperado a que terminara de bajar las escaleras crujientes con cada paso que daba para poder empezar a envolverla con mandados.

—Y viene muy elegante, mírala. No parece la pobre diabla que es —Gideon le siguió—. Deberíamos nosotros servirle el desayuno a ella en lugar.

Sonia río a carcajadas, muy fuertes. Zoe apretó los dedos de los pies. Odiaba hasta la forma en la que respiraban, el solo hecho de que en realidad existían en su vida y no era parte de una pesadilla la abrumaba. Pero no podía dejar que ellos lo notaran.

Young and Lost: LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora