El sonido constante de los golpes hizo que pegue un grito intenso que hizo doler mi garganta, otra vez la misma pesadilla de todas las noches.
Escuche el sonido de la puerta siendo abierta y unos pasos rápidos aproximándose a mi cama, mientras yo trataba de regularizar mi respiración.
—hey, hey, todo está bien— sentí unos brazos rodearme y por lo que reconocí, la voz de Jake —estoy aquí— dijo mirándome mientras secaba mis lagrimas.
—estás aquí— susurre —pero...— me interrumpió
—claro que estoy aquí, siempre lo estuve— me sonrió
No lo podía creer.
—¿en-en serio estás aquí?— le pregunté con la voz entrecortada
—si— respondió con obviedad —¿Fran estas bien?— me pregunto al darse cuenta que lo veía con los ojos bien abiertos
—¿como...?— dije mientras acariciaba sus mejillas con delicadeza
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—Fran, pequeña, me estás asustando— dijo en susurro
—si tú estás aquí— hablé y Lugo miré a la puerta —ellos también— dije emocionada, todo había sido una pesadilla, mi familia no...
—no Fran— impidió que pueda ponerme de pie —ellos no están, al igual que yo— me miró a los ojos
—¿que? ¿a que te refieres?— pregunté incrédula
—ninguno estamos aquí— dijo firme —y todo por tu culpa— hablo esta vez con odio en su voz mientras se alejaba de mi
—Jake...— trate de acercarme a él
—tu nos mataste Francia— dijo retrocediendo —eres la culpable de tu sufrimiento— dijo
—Jake, no, fue un accidente— hablé con lagrimas en los ojos tratando de acercarme a él pero seguía retrocediendo
—un accidente que tú causaste Francia— me dijo mirándome fijamente a los ojos —al igual que mi muerte—
Trate de abrazarlo, pero como si se tratase de polvo, Jake se desvaneció y desapareció.
—Jake— lo llame —Jake!!— intente otra vez —Jaki!!— mis sollozos se hicieron más fuertes —no, no, tu no estas muerto Jake!— caí de rodillas al suelo mientras sus palabras retumbaban en mi cabeza —JAKE!!— grite
—Jake— susurre asustada aún con los ojos cerrados
Me levante sobre saltada y con la respiración demasiado acelerada, mi pecho subía y bajaba con dificultad, las gotas de sudor bajaban por mi frente como si me hubiese mojado la cara. Rápidamente me abalancé a mi mesa de noche y tome mi frasco de pastillas, saqué una y la introducía en mi boca, la trague y luego tome un poco de agua del vaso que estaba al lado de mi despertador.
