Capítulo 18

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A la mañana siguiente...

Él sol acaba de salir y los rayos de éste entran por mi ventana impactando justamente en mi cara.

¡Maldición! — Me quejo cubriendo mi cara con la almohada he intentado recobrar el sueño pero me es imposible.

Recuerdo que tenía la compañía Iván, así que volteo para asegurarme de que esté ahí. Si, efectivamente ahí estaba durmiendo, acurrucado con la almohada entre las piernas y la sábana estaba abultada junto a sus pies. Mis sentimientos me ganaron, de solo verlo ahí acurrucado muriendo de frío, mi noble corazón se compadeció de él, bajé de la cama, tomé la sábana y lo cubrí con ella.

— No ¡Por favor! — Iván despierta dando un salto totalmente asustado.

— No pasa nada — respondo también asustado.

Iván analiza y se percata de que está fuera de peligro, se sienta en mi cama y con su mano en el pecho dice:

— ¡Que susto!

— ¿Por qué estás tan nervioso?— pregunté.

— Desde que el Nazareno me desterró del cielo tengo miedo de que los Infernales vengan por mí. Ahora sin la bendición del Nazareno estoy vulnerable.

— Ellos no pueden estar aquí — respondí.

— Creo que tomaré un baño caliente para calmar mis nervios.

— Muy bien, siéntete como en casa.
Iván se levantó y se dirigió al baño, pero se detiene en la entrada y voltea su cabeza mirándome fijamente queriendo decir algo, pero no lo hace. Simplemente sigue su camino hacia la tina.

Sentí que hacía falta algo, no me sentía igual. Recordé que no había lavado mis dientes. Salí en dirección al baño, pero recordé que Iván estaba en la tina. Decidí abrir la puerta suavemente y vi que la cortina que rodeaba la tina estaba cerrada, mientras no viera a Iván desnudo, no hay problema. Entré al lavabo y lavé mis dientes sin preocupación. Para cuándo terminé, Iván estaba fuera de la ducha con una toalla en su cadera, cubriendo su entrepierna. Un silencio incómodo se formó entre nosotros.

— Perdón — Iván rompió el silencio.

— Perdón... ¿Por qué?

— Por lo que pasó entre Carolina y yo.

— No hay nada que per...

— Todo fue mi culpa — Me interrumpió — Me dejé llevar por los deseos carnales.

— Todo está bien — trato de tranquilizarlo — gracias al Nazareno no pasó a mayores. Sabes a qué me refiero ¿Cierto?

— Si — asintió Iván.

— Muy bien, entonces no hay de qué preocuparse — Toqué su hombro y salí del baño.

Iván sale del baño, mientras que yo me saco toda mi ropa para tomar un baño. Una vez salgo, Iván está mirando la ventana. Quiero preguntarle cómo se siente, pero no lo hago, no quiero hacer sentirlo mal, más de lo que ya debería estar por ser expulsado del cielo.

Salgo de la habitación y bajo había el primer piso de mi casa, encuentro a mamá preparando el desayuno.

— Buenos días, Luis.

— Buenos días mamá.

— ¿Descansaste?

— Sí, creo que si lo hice – respondo.

— ¡Muy bien!, Espero que en verdad hayas descansado. Hoy visitaremos a tu hermano en el cementerio.

— ¿De verdad?

— Si, de verdad.

— Muy bien y... ¿A qué hora?

— Luego de que regrese del trabajo, espero que estés listo.

— Si mamá, me parece una buena idea.

Iván comienza a descender las escaleras, mi piel se eriza. Mamá está justo aquí y lo verá. Seguro pensará que estoy saliendo con él o que tenemos algún tipo de relación, aunque eso no es lo importante ya que mamá sabe de mi relación con Carolina y sabe que no estaría con un hombre. Pero el caso es que desobedecí sus órdenes de no dejar entrar a ninguna persona a casa y mientras ella no esté y mucho menos pasar la noche con esa persona en mi habitación con la puerta cerrada. Sí, seguramente pensará que estábamos haciendo algo malo, algo que no podría explicar en estos momentos.
Salgo de la mesa corriendo hacia las escaleras a toda la velocidad para intentar detener a Iván, pero es demasiado tarde. Mamá ya lo ha visto.

— ¡Luis! — Grita mamá furiosa — me puedes explicar ¿Quién es él? y ¿Qué hace aquí?

— Ahhh, mamá —Respondo nervioso— Él es...

— El plomero — me interrumpe Iván.

— Si, el plomero — Continuo confuso y nervioso. No sé por qué dijo eso, pero seguro es buena idea.

— Luis, me contactó para arreglar... — Iván piensa pero no se le ocurre nada.
— La tina — dije.

— Si, la tina.

— Es que.... Se tapó la tubería — Sigue diciendo Iván.

— ¿Y a qué hora? — pregunta mamá.

— Hace como una hora más o menos— dijo Iván.

— ¿Se destapó? — preguntó mamá mirándome a los ojos.

— Si, ya está bien la tubería —respondí — Tú sabes, pelos y suciedad.

— Entiendo — asiente mamá — ¿Ya se va?

— Si, voy saliendo.

— Muchas gracias — concluye mamá.

Iván abre la puerta y finalmente sale de la casa, pero antes de cerrar la puerta, giña su ojo y señala con su dedo la parte de arriba. No entiendo casi su referencia así que no le doy mucha importancia.

Volteo la mirada hasta mamá, ella sigue preparando el desayuno. Vuelvo a la mesa y tomo asiento. Siento como mamá coloca su mirada sobre mí, pero evito hacer contacto con ella, así que actúo normal mirando mis manos que de alguna forma me llaman la atención.

— ¿Qué es esto? — digo en voz baja al darme cuenta de tengo algo escrito en la mano derecha. Al parecer es un mensaje. "Nos vemos arriba" (I). ¿A quién veré nuevamente arriba? No entiendo de donde proviene eso y tampoco sé quién los escribió. Hago caso omiso al mensaje. Intento borrarlo pero me es imposible, parece un tatuaje permanente.

Mamá acerca un plato hacia a mí, con mi desayuno preparado. Nos tomamos de las manos y agradecemos por el alimento que está sobre nuestra mesa y que pronto desaparecerá. Una vez terminamos de dar gracias, procedemos a disfrutar del desayuno.

Una vez terminamos el desayuno, recojo los platos de la mesa y los llevo al lavabo, mientras que mamá se retoca su maquillaje para salir al trabajo.

— Adiós — Se despide ella.

— Adiós.

— Recuerda estar listo para ir a visitar a tu hermano — agrega ella cerrando la puerta.

— Bueno... — Digo, pero el sonido de la puerta cerrada me interrumpe.
Una vez solo subo a mi cuarto al recordar el mensaje que estaba escrito en mi mano, pero cuando volví a ver, no estaba. Una vez arriba, antes de entrar a la habitación, me preparo para enfrentar a lo que fuera. Tomé un objeto del cual no me percaté de lo que realmente era por culpa de mis nervios. Abrí la puerta con el objeto preparado para agredir a lo que fuera en caso de que me quiera hacer daño.

Mi valentía se derrumba cuando veo una silueta que está parada mirando hacia la ventana, lo que veo es su espalda.

— No temas — dice mientras se voltea— soy Iván.

— Creí que era otra cosa —Dije — pero... ¿Cómo entraste?

— ¡Ay Luis! — Dice Iván — Tele transportación.

— ¡Dios! Se me olvidan las cosas.
Iván y yo nos reímos un rato, fue un momento que pensé que jamás iba a vivir con otra persona que no fue Alex, me imaginaba como podríamos estar riéndonos de algo, alguna bobada o simplemente recordando cómo se burlaba de mí en el instituto o cuando siempre llegaba de último cuando papá nos llevaba a escalar en la montaña.

ANTES DE QUE SEAN LAS DOCE [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora