Capítulo XII

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Tras los saludos, todos los campeones se dirigían al área de sorteos, un pequeño toldo situado al margen del recinto en el que se decidía el orden para la primera prueba, que consistía en una suerte de justa entre los combatientes. Que fueran once campeones suponía un nuevo desafío en el reparto. Ante la ausencia de normas en la singular situación, se decidió que el undécimo integrante tendría que enfrentarse en dos combates con los dos últimos clasificados para poder continuar.

La primera justa iba a estar protagonizada por Bale y el joven Keeper, un soldado venido a más gracias al mecenazgo del Duque de Miradoth. La intervención de Plain estaba en el cuarto lugar. Le había tocado competir con Jür, una mala bestia conocido comúnmente como el "rompehuesos" dentro de su batallón. Las malas lenguas contaban que había sido un mercenario durante los primeros pasos de la Gran Guerra, vendiéndose al mejor postor en una contienda de la que Miradoth poco quería saber. David examinó a Plain durante el reparto. Sin duda enfrentarse al rompehuesos durante la primera prueba no era muy alentador, pero su amigo se mantuvo firme y, si sintió preocupación, no lo dejó evidenciar. En cuanto a David, el se enfrentaría a los dos últimos en la clasificación, así que ocuparía los puestos seis y siete en el orden de enfrentamientos. La clasificación atendía a varios criterios que hacían sumar o restar puntuación durante el combate. Desde luego, ganar la justa otorgaba muchos puntos de victoria, pero también intervenían factores como la técnica, la táctica, lo entretenido que fuese el combate... Un jurado compuesto por altos cargos de la academia militar era el encargado de decidir la puntuación en cada caso.

Una vez finalizado el reparto, todos los campeones, a excepción de Bale y Keeper, regresaron a la tienda a esperar su turno. Era costumbre que los campeones no observasen la actuación de sus compañeros y rivales, ya que esto podría arrojar pistas sobre cómo comportarse y actuar en las sucesivas pruebas. Solo se tenía una oportunidad de observación de algún contrincante y ésta era totalmente aleatoria y la decidía la suerte en el momento del reparto de la primera prueba. Plain no se volvió a mirar a David ni una sola vez en el área de sorteos, así que había desechado toda esperanza de interactuar con su amigo de vuelta en la tienda. Se sentó en una de las banquetas y contempló al resto de campeones, todos se mostraban visiblemente nerviosos, repasaban mentalmente lo que David suponía que eran planes o tácticas que les pudiesen otorgar la victoria. Los campeones entrenaban para los juegos solos pero, los afortunados como Keeper, que contaban con el mecenazgo de algún noble, tenían asesores que les aconsejaban sobre como llegar a la victoria. Ese año tan solo tres de los campeones contaban con mecenazgo, aunque el único escudo que a David le importaba era el de la casa del Gran Duque en la armadura de Keeper. Jür "rompehuesos" no paraba de beber hidromiel, lo cual no parecía la estrategia mas inteligente antes de una batalla, ya que el alcohol nubla demasiado los sentidos, aunque Jür era un armario sin fin, ¿cuántos litros de hidromiel serían necesarios para que su constitución se viera afectada? Plain estaba de pie al otro lado de la sala, junto con David, era el único que se mostraba sereno. Su respiración era pausada, y se mantenía con los ojos cerrados. Aunque era evidente que Jür le superaba físicamente, no tenía nada que hacer contra Plain, era uno de los mejores luchadores del pelotón y es bien sabido que en el arte de la guerra, no solo cuentan el físico o la fuerza.

David agarró un copa y observó su reflejo en ella. Estaba a escasos minutos de salir y no era capaz de quitarse la imagen de Lier en el palco de la cabeza, además estaba bastante preocupado por lo que su amigo Plaiton pudiera pensar, estaba completamente seguro de que se lo había tomado como un ataque personal. No podía culparle, al fin y al cabo, sus posibilidades de ganar se habían visto altamente reducidas en cuestión de segundos. Los tres primeros combates se sucedieron con gran brevedad, y aunque desde el interior de la tienda era imposible conocer la clasificación, David estaba seguro de que Bale se encontraba en primer lugar. Las trompetas resonaron anunciando el inicio del cuarto combate, los dos campeones se colocaron en la salida y se dispusieron a salir. Justo antes de dejar atrás el interior de la tienda, Plaiton se giró y dedicó una mirada fulminante a su amigo, David lo miró en silencio y no quiso añadir nada, no quería desconcentrar a Plain justo antes de salir a escena.

Celesthöll | La llave de los mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora