nada es color de rosa

1.7K 97 1
                                    

Capítulo 24

Cuando John me confesó que Fernando, su hermana y mi mejor amiga planearon todo para que él y yo pudiéramos estar juntos otra vez no lo pude creer. Incluso aún sigo sin poder creerlo. Idear un plan en el que mi madre también estaba involucrada, engañar a John, haciéndole creer que mi madre podría ayudarlo, en donde en realidad solo lo estaban despistando y por supuesto, mi madre supo ejecutar muy bien su parte del plan.

Nunca pensé que mi mejor amiga pudiera hacer algo así, más, en este momento les estoy muy agradecida, porque si no fuera por ellos y sus consejos nunca me hubiera animado a confesarle mis sentimientos. Ni a vencer mis temores.

Hablando de temores, aún no he podido contarle mi pasado a mi esposo. Aun no me siento preparada y le doy gracias a Dios que él no me presiona y es paciente para conmigo. Diciéndome que espera a que esté preparada para hablar de aquellos, sin sentir que me asfixio.

Nuestros días de casados rápidamente se evaporaron después que salimos de aquel cuarto, el cual, se había convertido en nuestro nidito de amor.

Mi hermosa y flamante suegra, para no decir bruja maquiavélica, se ha metido en todas mis decisiones. No me deja respirar, todo lo que hago para ella está mal y la verdad que me tiene al borde de la locura, ya no la soporto.

Respiro profundo antes de bajar a recibir a mi esposo que ya está a punto de llegar.

A petición de mi suegra decidí quedarme unos días en casa para conocernos mejor, de lo cual, ahora me arrepiento de haberla complacido.

Bajo las escaleras ilusionada: Después que nos casamos hemos descubierto que tenemos muchas cosas en común, como también, nos hemos dado cuenta que nuestros caracteres son explosivos pero que con cariño y con todo el amor que nos tenemos lo superaremos. Termino de bajar los escalones de la escalera, y cuando lo hago veo a mi suegra mirarme con desprecio, aunque ella intente ocultarlo, sé que me odia. Aun no me perdona que me haya casado con su hijo.

—Querida— me mira de arriba abajo.

—¿Que paso? — le pregunto, en un tono de voz neutro ya que no quiero empeorar más las cosas entre ella y yo.

—Sería bueno que aprendieras a vestir. Mi hijo es una persona muy importante y no se vería bien que su esposa vistiera igual que a la servidumbre.

Aquello causó que me hirviera la sangre en fracciones de segundo y por lo visto era lo que ella estaba buscando ya que puso una cara de satisfacción al darse cuenta de mi incomodidad.

Melody vestía un vestido sencillo de tirantes, con unas sandalias bajitas y un moño alto, el cual le habían salido varios mechones rebeldes de su cabello. Y, por último, no portaba maquillaje en su rostro ni ningún accesorio que le acompañara como adorno para su vestimenta.

—No te ofendas ni te sientas mal, pero Camelia nunca hubiera esperado a mi hijo en estas condiciones- dice la bruja esa, en un tono burlón que no me gusto para nada— solo quiero ayudar. Es más, para que veas que mis intenciones son buenas y que todo lo que estoy diciendo es cierto mañana te invito a ir de compras.

Mel ya no lo soportaba más. Sabía que no era una mujer de gustos finos ni con la educación a la cual su esposo, había tenido la dicha de tener, por su estatus económico, más, eso no significa que ella tendría el derecho de venir a su casa a compararla con otra mujer. Mucho menos le agradaba que le recordara a cada minuto que no era la mujer adecuada, para un hombre como él.

—Mire señ...

—Hijo— gritó antes de que Mel pudiera terminar la oración y ponerla en su lugar; la señora mayor, madre de John, salió corriendo al darse cuenta que había despertado la fiera que llevaba dentro a la castaña.

Mi Jefe Es Un PatánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora