¡Más que su cuerpo su corazón!

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Capítulo 13


—¿Cómo que renunciaste? ¡Te volviste loca!

—Lo dije sin pensarlo; es que me dio mucha rabia la forma en que me trató.

—Te lo tenías bien merecido.

—Eres mi amiga o su defensora porque no puedo hablar mal del por qué te la pasas defendiéndolo a capa y espada.

—Dice un dicho "que hay que darle honor a quien honor merece" y tú ya la has regado demasiado. Porque no solo estás huyendo de ese hombre si no que te justificas a ti misma tus malas acciones.

—Eres una traidora.

—Lo soy. Pero solo te diré que tú misma se lo estás entregando en bandeja de plata a otra lagartona que no lo pensara dos veces cuando él le proponga matrimonio, duerman y le haga el amor cada noche y formen una bella y hermosa familia que debería de ser la tuya, pero haya tú si se lo quieres dejar ir.

—¡No te vayas! —, ruega en un susurro de voz.

—¿Porque no quieres que me vaya? —, cuestiona Mari frente a la puerta.

—No quiero estar sola cuando venga a recogerme.

—Pues te aguantas cariño por qué a mí no me vas a coger de tapete.

Abrió la puerta todo enfada

—Por favor, te lo estoy pidiendo, "quédate" además en ningún lugar estarás mejor que en tu casa.

—Aunque me ruegues no me voy a quedar; en este preciso momento cualquier lugar es mejor que ver cómo te destruye a ti misma cuando se nota a legua que te has enamorado de ese hombre hasta los huesos.

Y así se fue toda enojada dejándola perdida en sus pensamientos hasta que llegó la hora de en qué John la recogería en su casa para la cena pautada para esa noche.

El timbre sonó a la hora acordada, seis en punto. Tan puntual como siempre.

Abro la puerta y me encuentro a un hombre totalmente de blanco a excepción de la corbata que era de color rojo. Él tenía el cabello revuelto cosa que lo hacía verse más guapo y atractivo de lo que ya era.

—¿Nos vamos? No tengo toda la noche disponible, y quiero terminar lo antes posible.

Saca a abruptamente a la castaña de sus pensamientos para traerla a la realidad.

—Te molesta estar cerca de mí.

El no contestó y eso bastó para que la castaña desearía nunca haber provocado aquella disputa el día anterior en el que se armó la pelea. Qué ella tuvo la culpa.

—Estoy lista—, responde disimulando el mal sabor que le provocaba que el la ignorará cómo lo estaba haciendo.

Era evidente que él se había cansado de sus desplantes y no estaba dispuesto a seguir ciego el juego sexual de su secretaria por más sentimientos que supuestamente tenga.

Al bajar del edificio inmediatamente ella sube al coche después del abrí la puerta.

De inmediato este puso el coche en marcha para dirigirse al restaurante en donde tenían la seña de negocios pautada.

En el camino John encendió la radio y sonó una canción que la dejó desconcertada.

La canción está titulada "duele" de jesse y Joe.

¿Acaso él le estaba dedicando aquélla canción al igual que lo hizo con él?

No, no puede ser!—, se repitió así misma.

Mi Jefe Es Un PatánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora