La pantalla del móvil de Ander marcaba pasadas las tres de la madrugada, él la miraba sin saber qué hacer sabiendo qué cuanto más tardaba en decidir, peor iba a ser. Se sentía fatal tras leer aquel mensaje de Samuel y no quería imaginarse como de mal tenía que estar Omar para que su amigo decidiera intervenir. Dudaba entre si ir o no al sitio en el que supuestamente Samuel le esperaría junto a Omar. Si no iba, las cosas iban a empeorar y estaba seguro de que iba a terminar arrepintiédose aun más pero si decidía ir, quizá nada se arreglaría tampoco. Estuvo a punto de llamar a Samuel para hablar antes del encuentro pero al final no se atrevió a escuchar las cosas horribles que seguramente tenía para decirle el mejor amigo de una de las personas que más le importaba en la vida.
—Bueno, Ander, no es por nada, pero llevamos aquí un montón de tiempo y aún no nos has dicho nada desde que hemos salido de casa de Guzmán — informó Polo, bostezando — sabes que yo a tope con eso de trasnochar pero digamos que este no sería mi plan ideal para hacerlo— siguió comentando Polo, mientras Ander ensimismado y sin escucharle lo más mínimo, pegó una calada profunda a su tercer cigarro desde que recibió aquel mensaje. — Eh tú, Ander ¿me estás escuchando? — le preguntó con un tono más molesto que antes y le dió un golpe en el hombro.
Ander giró la cabeza, mirando primero su hombro y seguidamente a Polo con la mandíbula apretada.
— No me des — le advirtió mirándolo seriamente.
— Es que no me estás escuchando — le recriminó Polo, intentando no reírse del gesto amenazador de su amigo, que poco efecto tenía en él después de tantos años.
—No, claramente no te estoy escuchando pero apuesto a que no has parado de quejarte, ¿a que no? — le contestó Ander molesto.
— Bueno, bueno, relájate eh.
— Es que sabes que odio que me des y me das.
Polo cambió el gesto e hizo una mueca de incomprensión, manteniéndose en silencio. No entendía qué le ocurría a Ander que por cualquier cosa saltaba a la defensiva sin explicación aparente. Guzmán le había llamado para quedar los tres juntos y salir pero no se imaginó que cuando dijeron lo de "cambio de planes", terminarían en un barrio que no conocía, sin ni una mísera gota de alcohol en el cuerpo y esperando algo que Ander parecía no terminar de atreverse a contar.
—Pues si lo sé, no vengo — confesó Polo, frustración asomándose en su tono. No lograba entender qué estaba pasando y por qué Ander se estaba comportando de esa manera, pero lo que menos comprendía era porqué su amigo dudaba tanto en contárselo. Rememorando el comportamiento tan raro que había tenido en los últimos días, había un pensamiento que no era la primera vez que le rondaba la cabeza: quizá sus amigos ya no confiaban lo suficiente en él o pensaban que no valía la pena contárselo porque no les iba a poder ayudar, cosa que no lograba entender porque según él mismo, siempre que le necesitaban, él había estado ahí. Ese pensamiento le hacía daño pero en el fondo temía hablar de ello. No estaba seguro de querer saber si era porque se estaba comiendo la cabeza sin razón o peor aun, por si confirmaba aquello. Polo se quedó callado, intentando mantener un gesto neutro para disimular todo aquello que le venía a la cabeza.
Ander lo miró con un gesto cansado y los ojos llorosos. Llevaba mucho tiempo teniendo la sensación de que sus problemas siempre amargaban a la gente de su alrededor, razón por la cual normalmente le costaba mucho decidir si contarlos o no. No quería que nadie más cargara con sus problemas pero necesitaba a sus amigos ya que era lo único, a parte de su madre, que tenía y aquello que dijo Polo le sentó como una patada en el estómago. Estuvo a punto de contestarle a su amigo que si quería se podía ir directito a la mierda pero no tenía energías ni ganas de discutir en ese momento y mucho menos con él, así que giró la cabeza para seguir mirando a la pantalla de su móvil. Tenía que seguir pensando en lo que iba a hacer con Omar y no podía pensar en otra cosa. Estaba cansado, agotado de estar en esa situación. Solo quería volver a la normalidad. A los buenos tiempos.
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Diez minutos | Omander
FanfictionMenos de diez minutos bastan para que todo lo construido se desmorone.