VIII

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El sol asomaba naranja e imponente por sobre las aguas cristalinas que bañaban las costas de una playa en Saint John, las huellas en la arena blanca se iban borrando lentamente con cada arremetida de las olas y se empezaban a ver los turistas rezagados que volvían a sus hospedajes luego de una noche de fiesta. En una lujosa casa enclavada en la península que dibujaba la isla, una niña de cinco años recién cumplidos despertada sobresaltada al notar que no estaba en su cama, tras recordar sus recientes vacaciones se puso de pie y camino en puntitas hasta la habitación de una de sus madres pero se encontró con la cama tendida y sin nadie en ella, confundida por la situación, volteo sobre sus pies y se dirigió al otro cuarto y allí las encontró, envueltas con tan solo una sabana de color coral estaban sus madres abrazadas la una a la otra profundamente dormidas.

C- ¡Buenos días!- exclamo emocionada Camile mientras saltaba sobre la cama despertando abruptamente a ambas mujeres.

M- Hola cariño, ¿Qué haces aquí?- pregunto la pelirroja sentándose con prisa para salir de entre los brazos de Jane que la miró ofendida por haberla soltado con tal facilidad.

C- Me he despertado con una pesadilla, ¿puedo dormir con ustedes?- exclamo dulcemente mientras sus pequeñas manos ya se abrían camino entre ambas mujeres para colocarse justo en medio.

J- Claro amor mío- dijo Jane levantando las sabanas para darle lugar a la niña y mirando de reojo a la forense que estaba un tanto mas pálida que de costumbre.

C- ¿Por qué duermen juntas?- pregunto finalmente mientras sus madres ya se disponían a seguir con sus sueños. A Maura se le atoraron las respuestas en la garganta mientras trataba de recordar el porque había terminado una vez más en brazos de la morena. De golpe una imagen vino a su mente, había un exquisito vino tinto con sabor a moras silvestres que disfruto copa tras copa tirada junto a la morena en la playa la noche anterior cuando Camile ya se encontraba en su cama dormida, había una brisa cálida y acogedora que soplaba entre las palmeras mientras la charla se acaloraba al tiempo que la segunda botella rodaba al piso vacía, recordaba caminar descalza sintiendo el agua mojar sus pies con una Jane que jugaba a rellenar sus huellas con las propias. De pronto una gran ola se alzó sobre ella golpeándola, con tanta fuerza que la arrojó al suelo empapada junto a la otra mujer que reía a carcajadas mientras el agua la tumbaba a ella también. Se arrastro entre risas junto a Maura y trato de ayudarla a ponerse de pie al tiempo que una tercera correntada volvía a empujarla haciéndola caer sobre la pelirroja. Sus ojos se encontraron en medio de la luz que una gran luna les regalaba, Jane no entendió si era el magnetismo de la playa y sus cuerpos mojados uno sobre otro o las dos botellas de vino que se habían bebido, pero se sintió atraída a los labios de su amiga de una manera incontrolable hasta fundirse en un beso largo y cada vez mas excitante.

J- Es que mamá no se sentía bien y me he quedado a dormir con ella cariño- respondió con prisa notando que la otra mujer se hallaba perdida quien sabe donde. Camile se encogió de hombros al tiempo que se hacia un bollo enterrándose en el pecho de Maura y se volvió a dormir casi de inmediato. La forense por su parte, paso de la palidez de su rostro típico de la mañana temprano, a un color carmín que dibujaba en sus mejillas la vergüenza que sentía de que su hija las encontrara en aquella situación.

M- Jane, yo...- dijo en un susurro mientras abrazaba a la niña y buscaba los ojos de la morena al otro lado de la cama.

J- Lo se, hablaremos luego- sonrió dulcemente recordando lo sucedido y se durmió.

****

La vigilia las encontró ya adentrada la mañana, Camile se retorció en medio de ambas mujeres y un pequeño pie acabo casi expulsando a la morena de entre las sábanas. Al fin Jane se puso de pie, y con una sonrisa dibujada en su rostro aún adormilado, caminó hasta la sala en donde unos grandes ventanales le devolvían la vista de una playa salida del mejor catálogo de viajes. Sentada en el sofá, revolvió su café mientras el sonido de las olas le servían de fondo para una película que se reproducía en su cabeza una y otra vez; el beso se había tornado demasiado excitante, demasiado placentero, podía sentirlo casi recurrente, Maura se puso de pie tendiéndole una mano para ayudarla, el vino y el sonido del agua la habían adormecido por completo haciendo que siguiera sus pasos sin oponer resistencia alguna.

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⏰ Última actualización: Jan 18, 2021 ⏰

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