VI

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Hacia calor, Jane podía sentir el sudor colmarse en su sien brillozo y pegajoso, la luz de la mañana se colaba imponente por entre las cortinas de la habitación haciéndole apretar los ojos dolorosamente. Un extraño peso le impidió incorporarse, recorrió las sabanas con sus manos hasta encontrar un brazo que atravesaba su estómago y la sujetaba con fuerza. Volteo la cabeza y logró distinguir con los ojos apenas entreabiertos un dorado inconfundible que descansaba a centímetros de su cara, Maura dormía profundamente, eso solo significaba que era temprano aún, pero por algún motivo Jane sentía que había descansado como pocas veces antes. Recostó su cabeza sobre el respaldar de la cama moviéndose, casi escapando lentamente del agarre de la pelirroja para evitar molestarla. La alarma dibujaba las seis quince, pronto comenzaría a sonar y todo volvería a su cause normal, pero mientras tanto solo pudo ver a la mujer a su lado, como sus rulos siempre perfectos se desparramaban sobre la almohada y dejaban todo su pálido rostro al descubierto, reparo en la comisura de sus labios rosados y en ese pequeño hoyuelo que se le hacía a un lado cuando torcía la boca. No supo bien porque, pero se sintió extraña, y no tenia que ver con el hecho de dormir junto a ella porque lo había hecho cientos de veces antes, o porque su mano apretara su cintura como con temor a que se escapase por la noche, era el titulo en medio de las dos lo que la molestaba, la incomodaba o incluso hasta la desconcertaba. ¿Acaso ahora que eran un matrimonio debía comenzar a comportarse como tal?, ¿acaso Maura tendría ahora el derecho de decirle como vivir su vida y viceversa?, tal vez ese papel que dictaba una unión política significaba mas que solo la custodia de Camile, tal vez era de verdad un compromiso con aquella mujer que reposaba con calma. El sonido irritante del despertador la saco de su ensimismamiento, la pelirroja se retorció a su lado y estirando una mano silencio aquel infernal aparato.

M- Buenos días- exclamo sonriendo levemente al ver a la morena mirarla expectante -¿llevas mucho despierta?

J- Solo unos minutos, ¿Cómo has dormido?

M- ¿Me creerías si te digo que es la primera vez en años que duermo de manera corrida?- dijo sintiendo pena de ella misma y recordando aquellas eternas noches cuando despertaba entre pesadillas recurrentes de un trágico accidente y un teléfono sonando a mitad de la noche anunciando malas noticias.

J- Es difícil de creer pero después de lo de Hoyt te aseguro que se lo que es no dormir como es debido- Jane sujeto su mano con dulzura y sintió el cálido apretón que la otra mujer le devolvía, se sonrieron dulcemente y al minuto se pusieron en marcha para encarar el nuevo día.

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Para las siete treinta ya se habían bañado, arreglado y desayunado, Ángela no había aparecido esa mañana, quizás después de la noche anterior había pensado que ambas mujeres necesitaban espacio para comenzar a acomodarse en sus nuevas vidas y su presencia no sería de mucha ayuda.

M- Ve por tu mochila cariño- dijo sonriendo mientras bajaba a Camile de la encimera, la pequeña obedeció de inmediato y salió corriendo hasta su habitación.

J- ¿Crees que puedo acompañarlas?- pregunto con cautela la morena.

M- Claro que si, Jane no tienes que preguntármelo, es tu hija.-

J- Pero también es la tuya, y llevas siendo su madre más tiempo que yo, es justo que te consulte- exclamo retorciendo sus manos una sobre otra.

M- No es necesario, y has sido su madre el mismo tiempo que yo, y ella lo sabe, así que no tengas miedo de hacer las cosas que sientas con Camile, porque estaré de acuerdo contigo- Maura avanzo unos pasos hasta donde se encontraba su amiga y la sujeto de las manos para que se tranquilizara y se sintiera reconfortada.

Un pacto para la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora