III

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El pequeño circulo dorado relucía en el dedo de la pelirroja como si siempre hubiese estado allí, no era la fina pieza de joyería que Maura había soñado llevar el día que al fín contrajera matrimonio, sin embargo lo llevaba con orgullo, pues sabía el honor que significaba esa unión y la enorme responsabilidad que había llegado con ese anillo. La cara de la morena parecía desdibujarse mientras peleaba con sus pensamientos tratando de entender la sucesión de los hechos. La luz tenue de la habitación preparada en exclusividad para ella, le facilitaba la mirada y no pudo evitar clavarle los ojos a la forense con un signo de pregunta que destellaba con fuerza.

J- ¿Cómo que tú esposa?- pregunto incrédula tratando de entender como era posible que se hubiese casado con su amiga estando en coma.

M- Fue idea de tu madre- se excuso de inmediato mientras se ponía de pie nuevamente y recorría el corto trayecto hasta la cama de Jane.

J- De eso no me quepa duda, pero ¿como es que eso paso?, mejor dicho ¿Cómo es que lo permitiste?- exclamo tratando de sonar calmada pero reclamando una explicación.

M- Cuando nos enteramos del coma fueron de servicios sociales a mi casa buscando hablar con Ángela, le dijeron que la custodia le correspondía a ella si es que la aceptaba y tu madre les explico que tu deseo era que Camile quedara bajo mi tutela. Por desgracia, ese trámite llevaría mucho tiempo ya que no era un pariente consanguíneo y entonces Ángela no tuvo mejor idea que decirle que tu y yo estábamos comprometidas y que planeábamos casarnos antes del accidente.- Se apresuró a responder tratando de no adentrarse en detalles innecesarios que pudiesen poner a la detective en un grado aumentado de impaciencia. -El Estado acepto el compromiso y un juez de paz amigo de Korsak accedió a celebrar la unión, Frankie firmo en tu lugar y así conseguí la custodia de Camile.

J- De acuerdo, hasta ahí lo entiendo, pero ¿como es que no seguiste el camino mas largo? Habrías obtenido la custodia de todos modos.

M- Lo siento Jane, estabas en coma, tenía un bebé de pocos meses en mi cuidado y todo el mundo me pedía que hiciera cosas y que tomara decisiones que no estaba preparada para tomar, tuve pánico y solo hice lo que me dijeron que hiciera.- Los ojos de la forense comenzaron a llenarse de lágrimas otra vez mientras su voz se cargaba de una clara desesperación, las palabras se agolpaban en su boca tratando de explicar meses de calvario en una sola idea que llevara a Jane a la comprensión de lo que ella había tenido que vivir.

La morena la miraba comenzar a llorar con desesperación y la rigidez de su mirada se fue apagando de a poco, llevaba poco mas de seis horas despierta, habían sido demasiadas cosas en tan poco tiempo y luego de reflexionar en eso, comprendió que si ella se sentía totalmente confundida y asustada, lo que Maura había vivido esos años debió de ser una verdadera pesadilla.

J- Lo lamento Maura, creo que el coma no arreglo mi idiotez, sigo siendo una bocazas- esforzó una sonrisa tratando de aliviar la situación y al ver a la pelirroja relajarse levente volvió a contemplar el anillo en su dedo. -Dime ¿mi cabeza volvió a ir de luna de miel a Hawái?- La forense se secó las lágrimas tratando de contener una sonrisa divertida por aquella broma y volvió a sujetar la mano que Jane le extendía. Pasaron las próximas horas platicando de todo un poco, la detective no podía acallar su vocación y llenó a Maura de preguntas que esta se esforzaba por responder lo más naturalmente posible. Se había perdido muchas cosas durante esos años y no quería un segundo mas de incredulidad en su vida, se esforzó por procesar toda la información que la pelirroja le daba y fue llenando de a poco los vacíos que estaban en blanco en su mente, para el final de la mañana se sentía agotada, lo único que deseaba era irse a casa pero sabía que jamás se lo permitirían tan pronto.

Un pacto para la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora