VII

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El corazón de Maura le galopo con fuerza en el pecho mientras una fuerte oleada de endorfinas le recorrió todo su sistema, su hija y su esposa dormían plácidamente en el sofá de la sala mientras el televisor servía de banda de sonido ante una escena que solo había sido capaz de soñar, pero que jamás imagino que iba a ser capaz de presenciar. Una lágrima de alegría se escapo de repente haciendo un surco en su mejilla y la limpió sonriendo sin atreverse a despertarlas. Camino hasta la habitación de la niña abriéndose camino por la casa en penumbras, retiro las mantas y regreso por ella tomándola en sus brazos con tanta delicadeza como si fuera a romperse, la recostó sobre su cama adocelada y lucho contra sus ropas hasta despojarla de ellas, le puso su pijama rosado y deposito un beso sobre su frente dejandola dormida junto a su conejo.

De vuelta en la sala, con el cuerpo cansado y las emociones revueltas, se sentó junto a la morena debatiéndose si despertarla o no, pero al final de su duelo interno decidió que esa postura era muy mala para las cervicales y le produciría un fuerte dolor al día siguiente.

M- Jane- susurro para no sobresaltarla- Jane despierta- roso su nariz con un dedo y rio levemente al verla contraer casi todos sus músculos arrugando la cara ante esa sensación extraña- anda despierta, ya pasan las diez.

J-Mmmm- se quejó llevándose las manos a la cara para apartar su cabello y restregar sus ojos con cansancio -¿Qué haces aquí?- pregunto finalmente incorporándose para mirar mejor a la pelirroja.

M- Aquí vivo- bromeo regalándole una cálida sonrisa.

J- Ja ja doctora, pensé que te quedaría hasta tarde en la morgue.

M- Jane pasan de las diez de la noche, ¿desde que hora están durmiendo?

J- Cenamos a las siete treinta como ordenaste y nos sentamos en el sofá a mirar televisión, creo que la primera clase de defensa personal de Camile acabo con mi energía, no se bien cuando me dormí pero siento que alguien me metió en la cajuela del coche- exclamo retorciéndose y apoyando sus manos en la cintura para aliviar el dolor.

M- No deberías dormir en el sofá para empezar y si estabas tan cansada ¿porque no se acostaron a dormir?

J- Queríamos esperarte, te dejamos lista la cena.

Maura sonrió una vez mas ante la atenta mirada de la morena, la regaño para que fuese a su cama y luego se sentó frente a la encimera de la cocina para cenar. Al cabo de un rato y tras haber paseado los últimos guisantes por su plato al menos una docena de veces, decidió que era hora de marcharse a la cama, las esperaba un gran día por delante.

****

La mañana las sorprendió radiante y dispuesta para un día acorde a las necesidades. El sol destellaba cálido sobre un cielo despejado por completo, y el cantar de las aves en la ventana les dio un indicio de lo perfecto que sería. Ambas mujeres salieron disparadas de sus respectivas camas topándose en el pasillo aún en pijamas frente a la puerta de su hija.

M- Buenos días princesa- exclamo extasiada al tiempo que se sentaba sobre la cama de la niña junto a Jane que sujetaba un enorme paquete en sus manos. La pequeña se desperezo de inmediato y salto de bajo de las sábanas al ver el brillante papel de envolver rosado que su madre colocaba junto a ella -Feliz cumpleaños cariño- dijeron ambas mujeres al unísono mientras observaban como Camile desenvolvía el regalo con delicadeza cuidando de no romper la envoltura. Jane sonrió ligeramente al reconocer ese mismo accionar en la pelirroja que aguardaba paciente a que la niña descubriera su regalo. Cuando al fin acabó no cupo dentro de si misma al encontrarse con aquella muñeca parlante que tanto había deseado. Se apresuro a sacarla de su caja mientras la cara le destellaba radiante, abrazo al juguete con fuerza y luego se lanzó sobre Maura para hacer lo mismo, la pelirroja se aferro a la pequeña y luego atrajo a Jane contra ellas para hacer un abrazo grupal del que la morena por primera vez no quiso zafarse.

Un pacto para la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora