capítulo 2.

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Alex sonrió una vez más hacia su móvil a la par de que enviaba el último mensaje. Había estado hablando con el chico que conoció más temprano desde que ambos abandonaron el lugar, e incluso si sentía un poco intimidado, tenía que admitir que congeniaron bastante bien. Con una mueca de satisfacción, deslizó el aparato en el bolsillo de su pantalón, y se dispuso a tomar el camino para llegar a casa.

Otros días, se habría tomado más tiempo volver. Usualmente se habría quedado con sus amigos en el skatepark, tal vez fastidiando en el parqueadero de algún centro comercial, o terminando en el patio trasero de Rian escuchando las mismas canciones de siempre, pero disfrutándolas como nunca. Sin embargo, y considerando que era la primera semana de verano, las primeras opciones se veían atiborradas de adolescentes o grandes familias con infantes igual de ruidosos e inquietos. El creciente calor de Junio tampoco hacía el estar fuera de casa mucho más atractivo. Al menos hasta asegurarse que la adrenalina inicial de las vacaciones pasara de moda, Alex y Rian decidieron emprender camino hacia sus respectivos hogares, mientras que Matty tal vez decidiría pasar el rato con sus otros amigos de dudosa procedencia.

A pesar de haber un repentino cambio de planes, no había una mayor razón para quejarse. El día era hermoso, estaba satisfecho por haber ayudado y conocido nuevas personas... Sin embargo, aún se recordaba que su plan inicial había fallado, y por mucho más tiempo tendría que volver a resignarse a esperar por una nueva oportunidad de hablar con su irracional y platónico amor de secundaria. No importaba cuánto debía esperar.

Se decidió a no permitir que aquel resultado nulo arruinara su buen humor. El inglés tan solo se dejó llevar por las calles que tan bien conocía, tomando atajos y curvas casi automáticamente. Observó el delicado paisaje a su alrededor: los árboles estaban más verdes que nunca, aunque sabía que en unos meses estarían extrañando aquel color, y sus hojas caerían crujientes al asfalto inevitablemente. Baltimore no era una ciudad demasiado soleada, pero cuando decidía serlo, su cielo era todo un lienzo. El atardecer pintaba aquella gigantesca capa azul con tonos lilas y un naranja eufórico. Muy pocas nubes eran visibles, pues un brillante sol fue quien predominó el resto del día. Alex disfrutaba de la vista a la vez que se acercaba más y más a su destino. Alzó la cabeza, concentrándose solo en el sonido de las ruedas con el cemento y permitiendo al viento chocar con su rostro y revolver su ya desordenado cabello. Aquella escena, por más familiar que ya fuera, no dejaba de ser catártica.

Bajó la velocidad poco a poco hasta frenar en frente de la estructura que tan bien conocía. Miró extrañado hacia el camino de entrada al garaje, que generalmente permanecía vacío, ahora estaba siendo ocupado por una camioneta negra. Frunció el ceño, aunque sin darle demasiada importancia. Se dispuso a subir las cortas escaleras de su porche, e incluso desde abajo pudo percibir una voz proveniente de los adentros de la casa, aunque sin poder percibir lo que decía. Especuló si se trataba de alguna visita inesperada, pues muchas veces su madre llegaba de improvisto de sus viajes de trabajo, sin embargo lo veía poco probable.

 Al llegar a lo alto, y para mucho pesar de Alex, llegó a entender de qué se trataba aquella conversación. Se detuvo, tenso, antes de introducir la llave en el cerrojo.

—¡Ni se te ocurra venir aquí!... ¡No, n-no él no te debe nada!... Solo déjalo fuera de esto... 

No se escuchaba ninguna segunda voz, con un solo tono desesperado era suficiente para entender la situación. Alex sintió como todo su cuerpo se tensó al escuchar la voz de su madre alegando en una llamada telefónica con el receptor, quien no tenía ni las más mínimas ganas de saber quien era. De un momento a otro, y como era de esperarse, el buen humor que había guardado durante el día cayó al suelo, haciendo que lo único que pudiera escuchar fuera su agitada respiración y acelerados latidos. Lo que sentía no era muy común, pero en aquel momento Alex deseaba estar en cualquier lugar, menos allí.

gold rush ❀ jalex auWhere stories live. Discover now