Touchdown siete: "Seis letras, una palabra: Tackle"

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7.

AIDAN

Boston

Un mes y medio ¡un puto mes y medio y esa jodida noche y esa jodida mujer no salían de mi cabeza! Cada maldita erección por la mañana era causada por mis malditos sueños jodidos recreando, en mi mente cada palabra, cada gemido y cada pequeño gesto suyo de esa noche alterando mis sentidos cabreandome por todo y por nada. Eso estaba volviéndome un desquiciado en el campo y fuera de el. Necesitaba volver a verla para saciar lo que había despertado, pero también quería enterrarle en el rincón más profundo de mi mente y olvidarme de su existencia, como seguramente lo hizo conmigo

—¿Aidan Westwick estás escuchándome, jugador estúpido?— Vanessa golpeó con suavidad mi mejilla llamando mi atención

—No.— respondí con sinceridad ganándome una mala mirada de su parte —. No me mires así— aludí sin ninguna expresión más allá de fruncir los labios. No entendía a las mujes, se enojan si les mienten y se enojan si les dicen la verdad —, sería peor que te tomara el pelo, Vanessa, estaría insultando a tu preciosa inteligencia— eso de que las verdades eran molestas definitivamente era real

—No estoy bromeando, Aidan— puse los ojos en blanco —. No puedes irte a California por tiempo indefinido. No puedes, me niego.— joder, estaba hasta la puta hostia de esta mujer. Podía amarla pero también odiarla como a ella

—Mírame cómo lo hago— la reté decidido

Agradecía que Ness fuese castaña oscura y ojos marrón miel evitando que me perdiese en ellos; así ni en mis más profundos y retorcidos sueños la confundiría con mi maldito infierno personalizado de ojos negros, ahora verdes y esa jodida melena roja que tanto me gustaba. Había comenzado a creer que era un masoquista de mierda. Ni siquiera yo mismo sabía que me gustaban los juegos al viejo estilo de tomar lo que quieres, de la manera en la que desées incluso si no es la mejor. Me temo decir que en el juego, parecía la jodida sumisa y no el maldito amo

Más bien ni siquiera sabía por qué los recuerdos que me aferraba a olvidar con todas mis fuerzas continuaban masacrando uno a uno los malditos buenos momentos que pasé con Abbey si es que alguno de ellos podría llamarlo "buenos"; admito que es un poco molesto seguir atormentándome con la miseria de amor que creía merecer, y todavía más tomando en cuenta que se supone que no debo pensaba en nada relevante o parecido a lo que sea que tuviese que ver con la maldita loca ninfómana adicta al dolor. Esa era una parte escondida de vida, nadie tenía o tendría acceso a ella, nadie

¿Por qué?

Siemple, tanto para resumir en tres palabras lo que me hizo:

Un maldito monstruo

Abbey cruzó la línea, jodiéndome no solo a mí en el camino sino también a Ethan. Los dos nos metimos en un juego que terminó cruzándonos la cara y haciendo que la amistad que algún día existió entre nosotros se esfumara a cenizas; convirtiéndose en una rivalidad estúpida por una mujer que no valía la pena. Palabras crudas pero reales

—Juro que voy a castrarte como te vayas de Boston sin avisar, Aidan— ni siquiera me había dado cuenta que me había perdido en mis pensamientos

—No estoy de ánimos para hacer de mí maldita decisión una jodida pelea. Ya está decidido te guste o no. Me voy a California en menos de Veinticuatro horas y ni tú ni el maldito presidente de los Estados Unidos de Norte América va a detenerme— fin. Igualmente iría. Mi visita pasada no fue lo que esperé

Touchdown (Cuando Ella Era)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora