CAPÍTULO 9: RECUERDOS PELIGROSOS

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Flashback...

—¡Alejandro! ¡Ven mirá, el lago está fenomenal! Vamos, nada un poco tú también, a eso venimos, ¿no?

—¡Tú!... ¡Pero yo no, hermanito! Además, ha de estar fría.

—¡Gallina! ¡El agua está térmica, cobarde!

—¿Gallina? ¿Cobarde? Tú, mejor sabes que no es cierto.

—Entonces, ven o te seguiré llamando gallina.

—¡Está bien, pero te voy hacer pagar!

Se sumió en un recuerdo sin tomar en cuenta el tiempo para este ser. Ángel no se había ido. Vivía con esos recuerdos, y los dejaba sentir cuando nadie estaba cerca. Así alimentaba aquella raíz que cada día se empoderaba de él.

—¡Alejandro, cariño! ¿Estás despierto? -su esposa tocaba a su puerta.

Pero Alejandro se había quedado dormido en la habitación de huéspedes. Esta acción debe significar cuán grande era la distancia entre él y su sagrada familia.

—Señor Jesús, que grave es esta situación. ¿Puedes ayudarnos, especialmente a Alejandro?

La esposa sabiendo que no era normal su comportamiento agresivo hacia Anna y los muchachos, no podía hacer cambiar de opinión pero sí orar, para lo que nadie podría resolver, Dios lo haría con ellos.

Aún, Alejandro, estaba sumergido en aquel pasado que lo ataba, sin darse cuenta que lo privaba de vivir el presente. Ese presente, donde se encontraba su esposa e hija. Los motivos, según él, era la razón de no hablar de aquel evento olvidado, pero parecía estar vivo en su ahora.

—¡Angel! -gritó, sin previo aviso, haciendo que su esposa escuchara.

—Alejandro, cariño, ¿qué te ocurre?

—¡Nada! Solo fue una pesadilla sin importancia -dijo bruscamente.

—¡Soy tu esposa! Te conozco, pero si no quieres hablar, lo respetaré. Si decides, te escucharé. Me preocupas porque eres el hombre con quién decidí compartir mi vida sin importar sus errores. Te pido que no me mantengas al margen de tu vida, por favor. - Respondió dándole una sonrisa y mirada apacible aquella sabia mujer.

—¿Me conoces? Dices, que me conoces, pero ¿quieres saber porque grité? No me hagas reír -volvió a contestar escondiendo su verdadero tormento.

—Como tú quieras, Alejandro. Dije que te respetaría, pero no abuses tanto.

—¿Terminaste?

—Sí, terminé. Te esperaré en la mesa para desayunar.

—Está bien, mujer.

—No cierres tu corazón porque ni Anna y yo tenemos porqué pagar, Alejandro. ¿Hasta cuándo seguirás en ese estado?

Fueron mis últimas palabras para tratar de que confesará la verdadera razón de su actitud. Cuando escuché...

—¿Hasta cuándo?

—Sí, ¿hasta cuándo seguirás así? Deja ir a Ángel. Destruyendo a tu propia familia no lo vas a recuperar, Alejandro.

—¡No lo menciones! No te atrevas ni a mencionar su nombre. ¿Me entiendes?

—¿Y cuándo será el momento? Esto no solo se trata de tu hermano muerto ni si me duele o no, porque ahora lo que quiero es salvar nuestro matrimonio e hija, ¿o lo has olvidado también eso?

—No, no lo he olvidado, pero tampoco es sencillo para mí.

-Entonces, deja que te ayudemos, por favor.

—¡No necesito la ayuda de nadie!

—¡Si la necesitas, Alejandro! —grité.

Salió de prisa aludiendo cualquier solución después que le confronté su negación. Aunque no era lo que esperaba, por lo menos, logré hablará un poco del asunto.

Parecía que todo era normal, pero realmente los separaba una cima llamada "pasado". Los acechaba como un fantasma, apareciendo en sus vidas en tiempos, dónde no debía presentarse. Creando de esta forma paredes, privándoles de vivir como una familia.

Él no quería dar su brazo a torcer ni mostrar su punto de quiebre, que le ayudara a recuperar las riendas de su vida, y analizar que estaba afectando y alejando a los suyos sin percatarse que el problema no eramos nosotros.

No eran los recuerdos, sino que esos recuerdos estaban paralizando su vida en familia y libertad para continuar hacia adelante sin olvidarse de su amado hermano. Cómo su esposa entendía y trataba de ayudar pero esa barrera que él había creado me impedía llegar hasta su corazón.

"Narra Anna/ Mamá"

—¡Anna, hija!

—Mamá, ¿estás bien?

—Sí, estoy bien. Solo un poco triste.

—Fue papá, ¿verdad?

—Regresa a la casa. Él nos necesita más que nunca.

—No me pidas eso, mamá.

—¡Hazlo por mí, hija!

—Lo pensaré. ¿De acuerdo? Pero tu sabes que solo me estoy protegiendo de un rencor.

—Entiendo, hija. ¡Te amo!

—¡Yo también, mamá! Cuídate por favor.

Por instantes no sabía que hacer, pero regresar no resolvería nada. El problema no éramos nosotros sino el recuerdo de un ser del que nadie me habló. Además, él no puede culpar a los demás por un accidente y menos de decirme con quien hablo o no. Le entiendo, como padre y respeto, pero creo que Petro ni Zapatillas deben pagar por lo sucedido.

—¡Señorita, ya está el desayuno!

—¿Los preparaste tú, Zapatillas?

—No— ¡fue mí hermano!

—¿En serio? Se ve delicioso.

—Hay que probarlas para saber si está delicioso como se ven.

—Buen punto, Petro.

Todos reímos al unísono y efectivamente estaban delicioso el desayuno. Petro, sabía cocinar después de todo. Creo que me hizo bien pasar por su nuevo hogar ya que no sabían que me había ido de la casa por defenderlos a ellos.

—Bueno, chicos. Tengo que irme. No te descanses, Petro. Hay suficiente para toda la semana, y pueda que más.

—¡Gracias, por venir! Me siento mucho mejor.

—Sí, nos sentimos bien, pero te lo vamos apagar cuando Petro pueda moverse bien.

—Chicos, nadie les están cobrando ni corriendo. Con gusto lo hago y lo volvería hacer.

—Lo has demostrado, pero sé que no la estás pasando tan bien por ayudarnos.

—¿Quién les dijo eso? Yo, yo estoy bien, ¿De acuerdo?

—Cuando quieras hablar, aquí estaremos.

—Ok. Dios nos ayude, y me mande el recurso para pagar la renta.

Lo dije entre dientes con la intención de que no escucharán la última frase. Pero entendía, que eso era lo correcto y la voluntad de Dios, aunque estuviera pasando muchas cosas. Alguien dijo: "Provocar sonrisas en personas que nunca podrán devolverte tal acción, será la mayor recompensa que puedes recibir en tu vida, lo demás es solo el efecto que Dios usará para salvar y restaurar".

Y ¿Saben qué? Tiene razón. ¡Soy el efecto, el medio y el propósito que Dios usará para traer salvación, a pesar de las circunstancias que pueda cruzar! Esto borra cualquier tristeza que me haga pensar lo contrario.

"Autora"

Lo que Anna y su familia pasaba, quizás solo era el efecto a gran escala, que traería una gran manifestación divina a sus vidas. Recuerden: ¡Dios es especialista en usar recursos insólitos para bendecirnos y sanarnos!

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PETRO EL INDIGENTE (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora