CAPÍTULO 6: ¡ZAPATILLAS!

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—Doctorcito ¿alguien ha venido a buscarme?—pregunté porque ya se tardaban esos dos.

—Que yo sepa... no, pero seguramente vienen en camino —para mi calma dijo el doctorcito, pues sentía que no encajaba en aquel lugar.

—¿Seguro? —tendré que aguatarme, aunque no quiera.

—¡Calma muchacho! ¡Ya vendrán!  —volvió a decir y con una buena cara. — Se ve que te quieren mucho, agregó para luego salir.

 —¡Gracias mi doctorcito! —levantando su mano me aprobo la gratitud.

...

Pasaron los segundo, minutos y la hora, y ellos no llegaban, poniendo de punta los nervios y ansiedad de "Petro". Hasta que se abrió la puerta...

—¡Sorpresa! —grito eufórico un individuo medio raro.

—¡Aaaaaah!...¿Quién es usted? —respondí medio asustado ante tremendo euforismo.

—¿Que te pasa Petro? ¿Ya no conoces a los amigos? —contestó.

—¿Zapatillas eres tú? ¡Zapatillaaaaaaaas! —volvi a gritar de la emoción.

—¡El mismo en persona y disfrazado! ¿Cómo la vez? —dije arqueando la ceja derecha y bien bonito.

—¡Yaaa lo veooooo! —respondí pausado y muy incrédulo ante lo que veía.

—Sí, Petro. El es tú amigo, segun me ha dicho es como un hermano para ti —escuché una voz conocida decirme.

—Pero ¿cómo es posible esto? —un poco llorando expresé.

—La señorita, Anna lo hizo y también me ayudó a buscarte desde anoche y no se ha apartado ni un momento de nuestro lado —dijo Zapatillas muy emocionado.

—¡Gracias Señorita, Anna! Por todo lo que ha hecho por los dos —agradecido espeté con lágrimas derramándose sobre mis mejillas.

—!No fue nada! Solo ayudé a mi prójimo, como el buen samaritano que habla la Biblia —alegremente nos respondió dejándonos sin palabras para responder.

—¡Wow! Wooooow! —susurraba al ver a Zapatillas muy bien cambiado al frente mío. Ella siempre tenía en su lenguaje algo que me dejaba pensativo con sus historias bíblicas.

—Les tengo otra noticias a los dos. Pero ustedes al final decidirán, aunque insistiré por si no quieren aceptar. ¿Entendido?

—¡Sí! —dijimos un poco asustados por misteriosidad de las cosas. Es que de ella había que esperar cosas inusuales.

—¡Muy bien! Les alquile una casa hasta que te recuperes de tus heridas y puedas caminar sin ayuda —nos soltó sin más.

—¿Queeeé? —gritamos ambos al mismo tiempo. Pues nadie haría lago así por nosotros.

—¡Ya está decidido! ¡No se discute! Iré a hablar con el médico y luego esperamos por los resultados.

—¡Espere Señorita! ¡No puedemos aceptar! Es un gasto y somos dos. Además es mucha carga para una mujer —dije machistamente, mientras ella se alejaba ignorando mis palabras.

Petro, no seas grosero. Ella ha hecho lo que nadie más haría por nosotros…¡Además no hables por mí! —respondió molesto ante mi actitud. Pero analizando bien las circunstancias ¿a dónde iría en estás condiciones? Por lo cual decidí hacer lo correcto está vez.

—¡Esta bien! Voy a disculparme con Anna y aceptaré, pero hasta que pueda caminar —solté serio y incómodo.

Pasaron los días y Petro salió del hospital directo a la casa que Anna les había rentado. Al principio fue muy fácil pero luego se abrumaron las situaciones para Anna.

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PETRO EL INDIGENTE (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora