CAPITULO 10: LUCAS UNA BENDICIÓN

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"Narradores Mixtos"

—¡Hola Anna! Tu papá me llamó para que no te siguiera rentando la casa para esos chicos. ¿Por qué no me dijiste lo sucedido? ¿De qué chicos hablaba?

—Disculpame, Lucas. Supongo que no quería involucrarte en algo personal.

—¿Podemos reunirnos ahora?

—Sí, claro. ¿Dónde?

—Ya te envío la dirección. Gracias.

Minutos después...

—¿Pasa algo, Anna?

—No, nada de qué alarmarse, Zapatillas

—No preguntaré más.

—Es de sabio la decisión, eh —termine para frenar cualquier intento más.

—En las grietas de la vida siempre hay baches que debes aprender a esquivar, pero algunos no se pueden. ¿Tienes problemas por nosotros, verdad?

—No, Petro. Es complicado en este momento, pero se va a arreglar.

—Se sincera conmigo, Anna.

—En parte están incluído Zapatillas y tú. Pero realmente creo que es el pasado de mi padre.

—No entiendo. Habla claro.

—Escucha. Te lo explicaré después. Ahora voy a reunirme con Lucas por un asunto importante, está bien.

—O sea: "nosotros".

—Se puede decir. Pero se resolverá y nadie va a derrotar a mi Dios.

—¡Amén! —dijo Zapatillas.

Reí mucho con la respuesta porque no entendía porque yo decía así. Él solo repitió lo que oyó, pero fue muy bueno en ese instante, ya que sacó muchas burbujas malas de mi cabeza. Luego me reuní con Lucas. Le conté parte de la historia. Le dije que respetaría su decisión, solo que seguiría adelante con mi meta así le tocará dormir en la calle. Pero dijo que me ayudaría con esto.

—Lucas, ¿hiciste lo que te pedí?

—Don Alejandro, sé que es un hombre honorable, pero no puedo hacer lo que me pide. Anna es mi amiga y los amigos de verdad no sé traicionan, más bien se apoyan.

—¿En serio?... Wow, es respetable, hijo. Te agradezco que cuides de ella. Pero no te quiero ver en mi casa.

—Entiendo, don Alejandro. ¡Dios le bendiga!

—Sí— dijo al final.

Ahora comprendía a Anna. No era sencillo enfrentar todos esos acontecimientos, y sobrellevar la actitud de su propio padre. Él realmente estaba mal. ¿Pedirme que le traicionara? Eso es ir muy lejos y estar envenenado de tanto odio. Por eso decidí ayudarle con la casa y la recuperación de sus amigos, tal vez se convertirían en mis amigos, ¿no?

Fuí a la despensa a comprar todo lo que se me ocurrió para ella y los chicos. Tengo la bendición de pertenecer a una familia de muchos recursos, y que no son prejuiciosos. Luego me dirijo a la casa donde estaba Anna, toque la puerta y me abrió.

—¡Lucas! ¡Oh, por Dios! 

—Parece que metió la tienda en el carro, Petro.

—¿En serio?

—Uju

—No era necesario, Lucas.

—Si, lo es. Nosotros tenemos de sobra, mientras otros sufren, lloran y hasta mueren por nuestra insensibilidad, sabes.

—Gracias. De verdad, Lucas… muchas gracias por todo esto y por ayudarme. Eres una bendición de Dios. Voy a llamar a los chicos para que te conozcan.

—¡Genial!

—¡Zapatillas, Petro, vengan!

Cuando salieron parecían estar interesados en lo sucedido, especialmente Zapatillas con la variedad de la despensa, pero Petro más en Lucas.

—Él es Lucas, un amigo de la infancia. Es muy amistoso y espero nos llevemos bien…

—… y seamos amigos también, si están de acuerdo —vociferó Lucas.

—Claro que sí —Dijo Zapatillas dándole un abrazo. Abrazo que le correspondió Lucas sin prejuicio.

—En lo que pueda servirte, aquí estoy, Lucas, aunque no tengo mucho que ofrecer — respondió Adrián.

—Eso dice mucha gente, pero en esto no estoy de acuerdo. Un traje, una billetera y una fortuna no te hace mejor, solo te ayuda a lucir mejor si lo sabes administrar, pero si no es tu peor maldición. Creo que sí puedes ayudar más de lo crees o te imaginas. Bueno, me voy. Solo vine a dejar estas cosas con todo mi amor.

—Gracias, Lucas.  —respondió Petro. —  Si, gracias por ayudarnos— añadió también mi buen amigo, Zapatillas.

—A DIOS TODOPODEROSO. Por supuesto, a Anna por tener un corazón tan lleno de Jesús. Sin ella no los hubiese conocido.

—No me halaguen tanto, que todo se lo debemos al Señor Jesús.

—¡Amen! —gritó Zapatillas.

Creo que reímos mucho porque los chicos, Lucas estaban bien, al igual que yo. Una carga menos, gracias a Dios y a Lucas. ¡El diablo siempre sirve de puente!

Ahora me tocaba hablar directamente con mi padre y tratar de resolver esta situación que se estaba complicando con él. Tenía que marcarle un límite y sobre todo entender, que los chicos no tienen la culpa de lo sucedido. Solo que no sería fácil para mí.

PETRO EL INDIGENTE (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora