CAPÍTULO 11 / Camille

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«¡Por todos los cielos, esto es mejor de lo que pensé que sería!»

Después de una media hora de viaje en auto, acabamos de estacionarnos afuera del hotel.

El lugar parece salido de una de ésas películas de época, es tan elegante y lleno de lujo que hasta me siento como si fuera una persona muy importante.

Obviamente soy una simple asistente, pero justo ahora creo que es el mejor trabajo de todos.

Bajamos del auto y nuestro equipaje ya nos espera en la entrada, el botones lo sube en su carrito y el señor Anderson le dice en francés, algo que no entiendo.

– Vamos a registrarnos – me dice señalando con la mano, para que vaya delante de él.

– El lugar es maravilloso – digo asombrada mientras admiro todo a detalle.

– Sí, lo es – contesta él con una linda sonrisa.

En la recepción nos atiende un elegante hombre de traje negro y de lo que habla con Liam, yo no entiendo ni mu.

El hombre teclea algo en la computadora y nos entrega la tarjeta que abre nuestra habitación.

Monsieur et madame Anderson, bienvenue – nos despide éste viéndonos a ambos.

– Señora Anderson, podemos ir a nuestra habitación – dice Liam como si nada.

– ¡¿Cómo has dicho?! – suelto de golpe.

– Compartimos una suite, así que Bernard ha supuesto que somos esposos – me aclara.

«Ahhh, Bernard el de recepción.»

– Ohhh, solo espero lo haya corregido – contesto apenada.

– ¿Qué caso tiene? Aquí nadie nos conoce, además, si le hubiera dicho que solo trabajamos juntos, podríamos convertirnos en el escándalo del lugar, los franceses suelen ser bastante quisquillosos. No creo que vieran con buenos ojos que una chica como usted, durmiera con alguien como yo, sin ningún compromiso de por medio. Así que mejor dejémoslo así – explica y sé que se está metiendo conmigo.

Parece ser que el señor Anderson se la está pasando de lo lindo, picándome de vez en cuando y bromeando conmigo para ponerme nerviosa. Ha estado actuando bastante raro desde que tomamos el avión, incluso me ha recordado a su yo de hace algunos años, divertido y despreocupado.

– Tranquila Camille, creí que el aguafiestas era yo.

– ¿Cómo? – le digo algo confundida.

«¿Qué está pasando que me estoy perdiendo de todo?»

– Olvídelo, no tiene importancia. Y descuide, solo bromeaba –  comenta mientras tomamos el ascensor.

Yo asiento y no digo nada, ni siquiera sé de lo que está hablando, mi mente parece nublada.

«¡Bendito jet lag

Nos detenemos en el tercer piso y me cede el paso para salir primero. El botones nos sigue de cerca, con nuestro equipaje.

Liam se detiene en la Executive Suite, pasa la tarjeta por la puerta y con un clic ésta se abre.

Entramos y lo primero que vemos es una elegante y espaciosa sala de estar, con una enorme puerta al fondo la cual da hacia un lindo balcón. La habitación tiene chimenea, «¡chimenea!», y a un lado de ésta, un bien equipado escritorio.

Al final y oculta por una puerta corrediza, está la recámara de una sola y enorme cama, cubierta por algodonosas almohadas y edredones blancos.

«Qué ganas de tirarse encima de ella, con un clavado digno de una película.»

Prometo no enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora