EPÍLOGO / Liam / Seis meses después

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Me siento más nervioso de lo que he estado en toda mi vida, y no porque no quiera hacer lo que estoy a punto de hacer, sino porque estoy ansioso por saber la respuesta de Camille.

Digo, sé que hemos salido por muy poco tiempo, pero ya que hemos esperado años para estar donde estamos, creo que es nuestro momento de ser felices juntos. Como dicen algunos, "cuando lo sabes, lo sabes", así es el amor y todo lo demás se vuelve secundario.

Y bien, justo ahora nos encontramos en la casa de mis padres, donde he planeado hasta el último detalle.

Después de todo, pensé que no había mejor sitio para proponérselo a Camille, que donde todo comenzó años atrás. Aquélla biblioteca donde yo leía y ella se escondía, el lugar donde nos dimos nuestro primer beso.

La verdad es que la he traído aquí, diciéndole que es una simple cena familiar, lo cual no es del todo falso, pues no solo mis padres son los anfitriones esta noche, sino que mi hermana y su esposo han venido de visita desde Nueva York. Kate, la madre de Camille, también estará presente, al igual que mi tío Nick y unos cuantos amigos más.

La cuestión es que ella ni siquiera se lo imagina, pues todos están ocultos en alguna parte de la casa, esperando mi señal para salir y tomar sus puestos.

Vamos tomados de la mano, avanzando por el pasillo, ya que le he dicho que necesitaba un momento a solas para revisar algo.

Al entrar en la espaciosa biblioteca, me voy directo hasta el escritorio de mi padre y tomo mi cámara fotográfica, que he dejado allí desde antes.

– Mira, creo que algo anda mal con el lente, no me permite enfocar los objetivos – le explico completamente en mi papel.

Se acerca a mí con cara de concentración y me dice – A ver, déjame revisar.

Le entrego la cámara, la cual ya le he enseñado a utilizar con anterioridad y se pone a observar por el visor. Hace varios intentos girando el anillo de enfoque, sin encontrar nada fuera de lo normal.

– Creo que fuera cual fuera el problema, ya se ha solucionado – señala aún con la cámara cubriéndole el rostro.

– ¿De verdad? Toma algunas fotos, solo para estar seguros.

Escucho el clic del obturador, lo que me indica que hace lo que le digo, así que aprovecho el momento, me hinco poniendo la rodilla izquierda en el suelo y de la bolsa de mi saco tomo la pequeña caja roja donde llevo el anillo.

Es un delgado aro de platino, con un diamante corte Cushion, el cual está rodeado a su vez por otros pequeños diamantes. Definitivamente una joya invaluable, sobre todo porque lleva dos generaciones en mi familia y porque mi abuela me lo ha regalado para dárselo a la mujer que amo.

– Cariño, mírame – indico con el corazón azorado.

Ella lo hace, pero aún mira por la cámara. Toma una fotografía de mí en ésa posición y cuando descubre su rostro se lleva la mano a los labios y sus ojos se llenan de brillo por las lágrimas que se asoman en ellos.

– Ángel, sé que puede parecer una locura que después de tan poco tiempo demos este gran paso, pero lo cierto es que estando contigo me he dado cuenta de que el amor no es solo un sentimiento, el amor es una elección. Es elegir a ésa persona que además de hacerte sentir que sin ella no puedes vivir, es capaz de sacar a la superficie tu mejor versión. Por eso te elijo a ti y solo a ti. Elijo serte fiel y amarte por el resto de nuestras vidas. ¿Me harías el honor de elegirme a mí, ser mi esposa y compartir tu vida conmigo? – suelto y mi corazón se detiene por unos segundos.

– Yo también te elijo a ti, cariño. Así que sí, acepto casarme contigo – dice con las lágrimas resbalando por sus mejillas.

Con su mano sobre la mía, coloco en su dedo anular la joya familiar. Ella la mira y la mira, como si no se lo creyera.

– El anillo era de mi abuela, que a la vez fue de su madre, si no te queda bien, podemos ajustarlo – le explico.

– Me queda perfecto, pero, ¿no crees que es demasiado?

Poniéndome de pie y viéndola a los ojos, le digo – Vida mía, nada es demasiado para ti. Además, es costumbre en mi familia heredar esta clase de cosas. Somos de los que creen que sirve para pasar la buena fortuna a la pareja, después de haber tenido un feliz y largo matrimonio. Espero que así mismo sea el de nosotros y que en un futuro tú heredes el mismo anillo a nuestros hijos y ellos a sus hijos.

– ¿Nuestros hijos? – me pregunta con una enorme sonrisa.

– Así es, por lo menos dos, ¿te parece bien?

– Mejor que sean tres – contraataca.

– Ya sabes que tus deseos son órdenes para mí, ángel – indico con mi sonrisa mojabragas.

– Qué buena suerte la mía – sonríe y me da un delicioso beso en los labios, pegando su cuerpo al mío.

– Cariño, por mucho que quisiera tumbarte en el escritorio y hacerte el amor, no podemos, nos están esperando abajo.

– No creo que a tus padres les importe mucho – contesta y se muerde el labio inferior tratando de convencerme.

– Sí, pero seguramente la descarada de Scar se pasará la noche preguntándonos porque hemos demorado tanto.

– ¡¿Scar está aquí?! – suelta asombrada.

– Te dije que era una cena familiar, ¿recuerdas?

– Lo recuerdo, solo que olvidaste mencionar que vendría tu hermana – sonríe divertida.

– Y tu madre, el tío Nick, Sophie y otros más – agrego.

– ¡¿Quéééé?!

– Siendo exactos, es una cena de compromiso – confieso.

– ¿Tú organizaste todo? ¡¿Cómo?!

– Lo hice con todo mi amor, para ti – digo dándole un pico en los labios.

– Gracias por esto. Es mejor de lo que podría haber imaginado.

– No tienes que agradecer, me basta con que me ames.

– Bueno, eso ya lo hago.

Estamos besándonos por enésima vez, cuando a lo lejos se escucha la canción Perfect de Ed Sheeran, por lo que Camille me mira con ojos de adoración.

– Amo ésa canción – dice emocionada.

– Es para nosotros, la elegí cuidadosamente – explico.

– Pues me encanta.

– Me alegra oírlo, porque es nuestra señal para bajar al jardín, nuestras familias nos esperan. ¿Estás lista?

– Sí, estoy lista para pasar el resto de nuestras vidas juntos.

– Es todo lo que pido – concluyo.

Prometo no enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora