– ¡Jodido Vincent Lacroix! – grito en la privacidad del baño.
«¡¿Quién se cree para coquetear con Camille?! ¿Qué puto derecho piensa que tiene? ¡Ella no es como las tipas con las que suele acostarse!»
Respiro una y otra vez, tratando de controlarme.
Debo mantener alejada a la señorita Clarke de las garras de Vincent. Un ángel como ella no se daría cuenta de las oscuras intenciones de alguien como él.
Después de un rato, el recuerdo del tacto de Camille suave y delicado, viene a mi mente y empiezo a tranquilizarme.
Cuando siento que he demorado bastante, respiro profundo y salgo al pasillo, bajo las escaleras y espero.
No veo a la señorita Clarke por ningún lado, así que supongo que debe seguir arriba arreglándose.
Alguien me toca el hombro y me giro pensando que es ella, pero no, es Violet.
– Querido, ¿qué haces aquí tan solito? – pregunta con su voz melosa, y esta vez en inglés, esperando que las personas que pasan por allí no entiendan nuestra conversación.
– Estoy esperando a Camille.
– Es una chica muy guapa, ¿te estás acostando con ella?
– Querida... – digo sarcásticamente – Ése no es asunto tuyo.
– Tienes razón, excusez-moi – dice disculpándose, pero no parece para nada sincera.
Al ver que no digo más, ella continúa hablando – ¿Por qué no nos vamos de esta aburrida fiesta y te invito a jugar a mi casa? Te divertirás bastante, ya lo verás.
– ¿Y tu marido estaría de acuerdo con eso?
– Por favor, Liam, sabes mejor que nadie, que a Olivier no le importa con quien me acueste, porque él hace lo mismo con quien le da la regalada gana.
– Soy consciente de ello, pero me temo que debo declinar tu invitación, he venido a trabajar, no a divertirme – la corto.
Ella me mira y al ver que hablo en serio, dice derrotada – Bien, pero si cambias de opinión, ven a mi casa cuando quieras, sabes que siempre eres bienvenido.
Se acerca a mí y sin que yo pueda evitarlo, me da un rápido beso en los labios – Adiós, querido. Ya nos veremos.
– Que te vaya bien Violet, y por favor, dale a tu marido mis saludos.
Ella me dedica una sonrisa de lado y se aleja con paso seguro, contoneando exageradamente sus caderas.
Violet es una vieja amiga con la cual, en mis tiempos menos sensatos, tuve una aventura. Su marido, Olivier Gosse, es un empresario francés que se la pasa viajando y que la engaña con todo lo que tiene pies.
Así que como dicen por allí, y adaptando un viejo dicho, infiel que engaña a infiel, no se divorcia porque no quiere.
A mis espaldas escucho un discreto carraspeo y esta vez al girarme, sí es la señorita Clarke.
– ¿Ha terminado? ¿Le importa si nos vamos ya? – le pregunto.
Ella asiente, pero parece decepcionada de perderse de la fiesta, y la verdad es que a mí no me importaría quedarme, si no fuera por cierto hombre.
– ¿No cree que Endora se sienta ofendida si nos vamos? – me pregunta buscando una excusa para quedarnos.
– Hemos venido, así que ella tendrá que conformarse con eso.
Camille asiente y no se atreve a contradecirme, pues mi palabra es suficiente para ella.
Caminamos hacia la salida y para nuestra mala suerte, nos encontramos de frente con nuestra anfitriona.
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Prometo no enamorarte
RomansaLiam Anderson, es del tipo de hombre de los que no se enamora, adora a las mujeres y disfruta con ellas sin remordimientos, pero sin dudas no tiene el gen de novio. Todo va como debería, hasta que el destino lo reúne con Camille Clarke, la chica a l...