CAPÍTULO 34 / Camille

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Salgo del ascensor y lo primero que veo es a un atractivo hombre de traje negro, con un hermoso ramo de rosas blancas en las manos. Él al verme parece ligeramente impresionado, y yo solo espero no hacer una entrada triunfal cayendo a sus pies, literalmente hablando, ya que, con mis tacones de muerte todo es posible.

– Camille – dice con una enorme sonrisa.

– Elliot – contesto tímidamente.

– Sophie me dijo que eras hermosa, pero creo que sus cumplidos no fueron suficientes para hacerte justicia – agrega y yo me pongo del mismo color que mi vestido.

– Vaya, muchas gracias. Tú también has sobrepasado mis expectativas, Sophie se ha quedado corta.

– Éstas son para ti – dice entregándome el ramo.

– Definitivamente son mucho mejores que un enorme cartel con mi nombre – bromeo.

– Sí, pensé en algo un poco más sutil.

Los dos sonreímos como tontos en la recepción de Dalton House, igual que dos adolescentes nerviosos.

Ya había empezado a olvidar la sensación mágica que dan las primeras citas, ésa pequeña descarga de adrenalina por lo nuevo y desconocido.

Observo a Elliot con detenimiento y noto que en verdad es muy guapo, esta vez Sophie no ha exagerado, él tiene un porte y presencia que te impiden quitarle la vista de encima. Mucho más con su elegante traje y su camisa blanca sin corbata. Además, es alto, más alto de lo que habría imaginado, incluso un poco más que cierto hombre que de momento he olvidado.

Tiene un cautivante color de ojos, el cual no termino de decidir si es verde, marrón claro o una combinación de ambos.

– Tienes unos ojos hermosos – suelta ganándome el cumplido que estaba a punto de decirle.

– Precisamente estaba por decir lo mismo – sonrío.

– Bueno, es bien sabido que las mentes brillantes piensan igual – dice presumido, pero su sonrisa me indica que está bromeando.

Mis compañeros de la editorial pasan a nuestro lado y se nos quedan viendo con curiosidad, como si estuviéramos montando un espectáculo muy entretenido.

Elliot se percata de mi incomodidad y ofreciéndome galantemente su brazo, pregunta – ¿Nos vamos?

Yo asiento agradecida y tomándome del brazo que me ofrece, le digo – Sí, por favor.

A su lado luzco pequeña, incluso con los altísimos tacones que llevo. Debo admitir que siempre me he sentido atraída por los hombres altos y esta vez no es la excepción.

Mientras caminamos, me atrevo a mirarlo de reojo y veo en su rostro un asomo de barba, el cual me parece de lo más sexy.

La emoción de estar con un tipo como Elliot, hace que las pequeñas mariposas que yo creía ya extintas, empiecen a agitar sus delicadas alas.

En el aparcamiento nos detenemos frente a un flamante Mercedes-Benz color plata oscuro, y mi acompañante abre la puerta para que yo suba. Rápidamente rodea el auto y se coloca detrás del volante.

– Sophie me ha dicho que te gusta la comida italiana, así que hice una reservación en el restaurante Bella Notte.

– ¡Genial! – digo emocionada.

Mientras vamos camino al restaurante, descubro que Elliot vive en Malibú, que está a unos treinta minutos en auto de Santa Mónica, donde estamos precisamente.

Al llegar al Bella Notte, nos dejan pasar enseguida, la mesa que han reservado para el doctor Reed, está en la terraza y tiene una hermosa vista al mar.

Prometo no enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora