Capítulo. 5

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Sharín caminaba por el bosque sin prestar atención a los detalles

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Sharín caminaba por el bosque sin prestar atención a los detalles. Aunque no le dolía la cabeza, una opresión en su pecho no lo dejaba tranquilo. No podía dejar de pensar en nada bueno, como si la niebla que los rodeaba se le hubiera introducido en su alma.

El paisaje no sufrió ningún cambio. Sharín volvió a sentirse débil y sus piernas flaqueaban frecuentemente. Jadel le lanzaba miradas de soslayo, preocupada por su salud.

Llevaban tres horas más de camino, el sol ya no era demasiado visible, aunque se podía observar mejor el camino que Bombo flanqueaba.

Sharín alzó la vista, luego miro en derredor; las siluetas tenebrosas de los árboles aparecían a lo largo del camino. Un momento antes podría haber jurado ver un par de ojos rojos detrás de un tronco, los cuales desaparecieron en un segundo. Entonces la voz de Hannel provino de algún lugar, haciendo eco en sus oídos.

Sharín se detuvo intentando localizar la dirección, y sólo escuchó el viento azotando las ramas de los árboles que aparentaban estar sin vida.

Jadel lo siguió llamando desde muy lejos. Sharín busco su silueta, pero todo empezó a girar a su alrededor, desesperado cayó de rodillas al suelo, se cubrió los oídos con las manos y cerró sus ojos. No quería seguir escuchando ni viendo cosas, se sentía mareado y débil; no podía continuar más, estaba derrotado. Él no tenía las cualidades para enfrentarse a la Dama Gris, no era más que un cobarde; un inútil que debía volver a su antigua vida, deseaba abandonar a sus compañeros en ese mismo instante.

Entonces sintió que unas manos suaves se posaron en sus hombros, Sharín alzó la mirada y Jadel lo invitaba a ponerse de pie, ya que todo su cuerpo temblaba mientras yacía de rodillas en el suelo. Con la ayuda de Jadel logró levantarse y ella lo abrazo con todas sus fuerzas. De nuevo su cuerpo se volvió cálido, con el cabello negro y blanco de Jadel a unos cuantos centímetros de su rostro, irradiando un olor a flores silvestres.

Sharín comenzó a ver con más claridad a su alrededor, la niebla ahora parecía débil y sin ninguna importancia. Jadel dejo de abrazarlo y Sharín volvió a recuperar su fuerza, volviendo a alejar el miedo. Su cuerpo había dejado de temblar y quería reanudar el viaje.

-Te dije que cerraras tu mente -dijo Jadel mientras sus azules ojos lo miraban con serenidad.

-Lo intenté, pero como puedes evitar pensar, es imposible.

Jadel sonrió y volvieron a seguir su camino, esta vez Sharín iba con súbita inspiración de caminar, evitando las miradas juzgonas de Anton y Bombo que a menudo le dirigían.

Por fin el bosque pareció llegar a su fin, habían llegado a un precipicio desde donde se podía vislumbrar un Valle. Su topografía era similar al de la Ciudad Perdida; excepto claro, que las casas no parecían estar abandonadas. De las chimeneas emanaban hilos de humo que ascendían hacia el cielo, la estructura de las casas era de madera oscura y en medio del Valle cruzaban las vías del tren.

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