Winter Soldier OS

7 (1/2)

B E F O R E  Y O U  G O

Advertencia: ninguna.
Palabras: 750

Se recomienda leer este One-Shot escuchando "Before you go", de Lewis Capaldi. La encontraréis a la derecha de la imagen de Buck, si la deslizáis. Sin más, disfruten.

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Principios de noviembre, 2023.
Era un día soleado, jovial, decorado con nubes que parecían pequeñas bolas de algodón, deslizándose interminables por firmamento debido al céfiro.
Aún así, ambos sabían que era un día triste. Bucky no quería pensar en ello, mientras se acomodaba el abrigo duffle negro. Sam lo esperaba ya sentado, observando su expresión afligida.

—Vamos Barnes, lo harás bien —aseguró, desde la ventanilla de piloto. Wilson arrancó el motor, y durante todo el trayecto Buck no despegó la vista de la ventana del copiloto, alicaído.

Y ahí estaba, el cementerio. Sam aparcó el coche en la acera de enfrente, mientras Bucky se mentalizaba para volver a entrar. No había ido desde el funeral, celebrado hacía ya varias semanas atrás.

Ambos cruzaron el campo santo en silencio, dirigiéndose a la zona más alejada, cercana de la arboleda.
La tumba de __________ estaba allí, tranquila, inerte, paciente, rodeada del césped silvestre que contrastaba con los ramos de lirios y rosas. Sam se agachó con pesadumbre, mirando a un punto fijo de la lápida. Bucky se quedó de pie, con los puños metidos en el abrigo, acongojado.

—Hola pequeña, —irrumpió el silencio Wilson, ante el rostro melancólico de Barnes— Somos Bucky y Sam... hemos venido a verte.

Sam giró la cabeza levemente hacia Bucky, antes de seguir hablando. Escrutó un par de segundos el rostro de Buck, expectante, y sacó un papel doblado de uno de los bolsillos de su pantalón vaquero.

—Morgan... te ha hecho un dibujo... un dibujo muy... —Wilson desdobló la hoja de papel, estudiando con una triste sonrisa los dibujos y palabras de la hija de Stark— ...especial. Me dijo que no te contase nada antes.. porque quería.. darte una sorpresa. —Con sumo cuidado, Sam colocó el dibujo ligeramente abierto junto a la lápida, y lo aseguró con una piedrecita para que no se volase.

—Esto... pffff... —resopló, buscando las palabras en su mente, apenado— Te echamos de menos, peque. Todos te echamos de menos. Nada es lo mismo ahora... también.. hemos perdido a otros compañeros... y esto... está siendo bastante duro... —Volvió a ponerse de pie, ante la mirada perdida de Barnes.— Solo espero que estés bien, allá donde estés. Te dejo con Buck.

Bucky lo miró, y en ese momento Sam comprendió que necesitaban un momento a solas antes de volver al coche, tanto el uno como el otro. Dándole varias palmadas suaves en el hombro al ex-soldado, Wilson se despidió, y se marchó dirigiéndose a la salida del cementerio.

Cuando Sam desapareció tras los cipreses de la entrada, Bucky suspiró con pesadez, sacando las manos de los bolsillos. No estaba preparado para esto, no aún. No asumía que se había ido, para siempre, que una parte de su vida se había quedado irremediablemente vacía.

No quería aceptar que __________ había muerto y que solo quedase de ella aquel nombre sobre la piedra, acompañado de un casto DEP.

—Hola muñeca —habló Barnes, con voz apagada. No pudo evitar sonreír con tristeza, recordando la última vez que la llamo así. Se palmeó el torso angustiado, intentando localizar el pequeño sobre de papel que llevaba consigo.— Mi amor... yo también.. te he hecho algo...

Abrió la carta y la leyó en silencio, recordando pequeños flashbacks mientras la estuvo escribiendo, algo que le costó bastante a decir verdad. Escribir nunca se le había dado especialmente bien. Las palabras y sentimientos se arremolinaban en su cabeza, derrotado, triste. Se suponía que a continuación iba a leerla en voz alta, que había estado días concienciándose para hacerlo, pero en aquel momento no era capaz de emitir nada, ni una sola palabra.

Volvió a repasar la carta, buscando algo que le ayudase por donde empezar, pero solo se encontró con las palabras que no podía decir.
Dios, era un cobarde.

—Lo siento, muñeca... no puedo hacerlo. No puedo aceptar que ya no estés conmigo. —Arrugó el papel entre sus manos, abrumado, mientras sibilinas lágrimas caían por sus mejillas incoloras.— No puedo olvidarte. No quiero olvidarte. —declaró como una promesa.

La brisa volvió a soplar con suavidad, acariciando fatigadamente los mechones que caían a los lados de su rostro, y observó como las copas de los árboles también se contoneaban sutilmente. Supo que era una señal. Supo que tampoco ella lo olvidaría nunca.