M I D N I G H T
Advertencia: Sexo. Se recomienda discreción.
Palabras: 1220•
Aquella noche cuando hube terminado mi turno, Bucky estaba esperándome.
Abrí la puerta del apartamento con las llaves pasadas las 11 de la noche mientras trataba de deshacerme de la bufanda que rodeaba mi cuello. Aquel día había llovido, bastante; tal como habían informado en el canal del tiempo, la situación no mejoraría lo que quedaba de semana.
Tropecé con mi propio pie en un perezoso intento de quitarme los tacones sin tener que agacharme y caminé descalza hacia el salón, donde lo vi, en lo que parecía una escena de haber estado esperándome.
Sus ojos destellaban, garzos y lascivos en la oscuridad en la que estaba sumido, sentado con una de sus voluptuosas piernas apoyada en horizontal sobre la otra en el sofá de cuero bermellón. Distinguí su corpulenta figura gracias a la luz de la luna empañada en los cristales detrás de él: llevaba el cabello recogido en un vago moño, sujetando una copa, vacía, en su mano humana.
— Hola muñeca. —Su voz sonaba ronca, desgastada. Olía vagamente vino.— ¿Cómo te fue hoy?
— Bien, ha sido un día... ajetreado. —Respondí mientras contemplaba cómo se levantaba del sofá y se dirigía hacia mí. La lujuria danzaba coqueta en sus pupilas, provocando en mi ser una repentina oleada de calor.
Agachó la cabeza hacia la piel sensible de mi cuello, deleitándose con mi aroma.
— ¿Sabes...? Eres absolutamente preciosa. Absolutamente perfecta.— Ronroneó contra mí y sentí mi piel erizarse, no sabía si era por sus palabras o su cercanía.— Me vuelves loco, __________, no sabes cuánto.Su mano metálica viajó repentinamente hacia la zona más baja de mi espalda, obligando a mi cuerpo acercase más hacia él, si cabía, mientras subía su rostro a la altura del mío, mirándome.
— ¿Le concedería a este humilde hombre una noche con esta bella dama? —inquirió, y en lo que duró un suspiro que dejé brevemente escapar, mis labios asintieron por mí, besando los suyos con una pasión en cadena, una especie de efecto dominó que continuó con la copa rota en algún lugar del suelo cuando sus manos abrazaron mi culo y cuando gemí en respuesta a ello.
En un abrir y cerrar de ojos, estaba a horcajadas encima de él, ambos sobre el colchón, besándonos como si intentáramos traspasar todos los límites físicos de nuestros cuerpos, que se movían descompasados, debido a la ropa que aún llevábamos puesta y que yo me preguntaba porqué aún no había desaparecido.
Un pensamiento que duró poco, porque de repente, me encontré a mí misma con la espalda apoyada en ese mismo colchón y Barnes sobre mí, sus rodillas servían de apoyo para mis piernas abiertas y estiradas a ambos lados de su regazo, un punto de su cuerpo que estaba requiriendo atención urgente, alentado por la forma en la que me estaba mirando: sus ojos, que hasta hacía un momento recordaba que eran azules, se volvieron negros, como si el hielo en estos se hubiera derretido por el calor de los besos húmedos que había estado repartiendo sobre mi piel ahora desnuda.
Sentí mis caderas elevarse hacia su regazo por instinto, en un vaivén suave y torpe. Volví a sentir sus dos manos, sobre estas, acompañando a mis débiles movimientos haciéndolos más agresivos, algo que hizo dejar escapar un gemido lastimeros de entre mis labios.
Su risa resonó en la habitación, un indicio de lo que se avecinaba.
— ¿Esto es lo que quieres, __________? —inquirió con voz aterciopelada, y aquella ráfaga caliente volvió a hacer presencia en mi zona más íntima.— ¿Quieres que te folle? Vamos, preciosa, déjame verte bien.
Aquello me pilló desprevenida, no por la proposición, sino porque nunca había oído a Bucky decir algo tan soez, algo que me excitó aún más.
Sus dedos se movieron cuidadosos hacia mis ingles mientras el calor de las ráfagas que se iban intensificando me sofocaban, haciendo presión en ellas para separarlas, algo que no dudé en hacer con gusto. Juré haberlo visto sonreír ante la humedad de mi zona.
Dos de ellos se aventuraron a más, y fue ahí cuando noté como me palpaba, como sus dos dedos humanos recorrían mi intimidad con suma cautela, memorizando cada segundo del momento en el que estaba llevándome al límite. Gemí, no supe si como respuesta de su tacto o como una forma de demanda: solo me estaba tocando con dos dedos y quería más, ansiaba más, necesitaba más.Fue entonces cuando noté un bulto justo donde estoy, en su regazo: su miembro está duro contra mí y el calor vuelve a sofocarme. Lo desea casi tanto como yo.
Me desea a mí.
Ese pensamiento tan pasajero como cierto me acelera el corazón. Calurosas ráfagas sacuden mi zona más íntima y él se da cuenta, a lo que responde con una sonrisa ladeada.
— Muñeca, estás muy húmeda. ¿Esto es lo que quieres? —siento que su voz me atraviesa, se cuela en los recovecos de mi cuerpo cuando noto que dos dedos se introducen en mí, un escalofrío recorre toda mi columna mientras mis piernas se aferran a él como pueden, tan presas del placer como yo.
Sus dedos se separaron de mí, despacio, abriéndolos entre sí: húmedos y brillantes. Lo escucho carcajear mientras me recompongo de la sensación que me ha estremecido hace un par de momentos. Mientras tanto, abre un envoltorio pequeño de plástico, revelando su interior y estirándolo con cuidado: un condón.
Es entonces que dirige su atención hacia mí, esperando una respuesta de mi parte.
—Podemos parar ahora si no deseas continuar, princesa. —Su voz vuelve a sonarme aterciopelada, la siento como una caricia en mejilla.— Quiero hacerte pasar un buen rato, no uno malo. No quiero hacerte daño.
Sus palabras amedrentan mi corazón, este se encoge en mi pecho ante la manera en la que me ha pedido permiso, y se lo concedo.
Barnes logra asentir en lo que escucho acompañado de un sutil gracias y se dispone a entrar en mí con cuidado. Es grande, diría que un pelín sobrepasando el promedio, y sobretodo gruesa, por lo que la sujeta con cuidado de no herirme.
Un jadeo trepa por mi garganta cuando me cercioro de que está dentro por completo.Comienza a moverse muy despacio, con expectación en su rostro contemplando el mío.
Asiento con incipiente desesperación, y continúa con los mismos movimientos: estocadas pausadas y rítmicas, permitiendo que me acostumbre a él.Repentinamente acremente la velocidad, respondiendo como agradecimiento a ello arqueando la espalda, permitiendo llegar más a fondo. Sus embestidas se vuelven más bruscas, lo que le obliga a sujetarme de las caderas para mantenerse cómodo. Me abraza como puede, y me doy cuenta de que me está tocando con su mano metálica, algo que casi nunca hace; según él "esta mano ha matado a mucha gente, no quiero volver a ponerla sobre nadie".
Tanto él como yo estábamos sudados y desnudos: una danza carnal en donde la música es el sonido de nuestros besos húmedos y la percusión es de nuestros cuerpos desnudos, enredados entre sí. Sus embestidas continuaron hasta un punto de la noche que apenas recuerdo, finalizando con sensaciones que jamás había sentido y que había permitido liberar, habiendo recorrido cada esquina de mi ser, como sus besos y sus caricias lo que quedaba de noche.
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Winter Soldier OS
Ngẫu nhiênMisterioso, distante y demasiado sexy como para tener más de 100 años. One Shots de nuestro Soldado Del Invierno. Disfruta. - 1 en #universomarvel (12/06/2021) - 235 en #bucky (29/05/2020) - 32 en #soldado (18/07/2020) - 9 en #buckybarnes (27/01/202...