VIII

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Después de descargar toda su tristeza, decidió que por el momento la dejaría de lado y se enfocaría en la cena de esa noche. Fue a los baños del primer piso, se lavó la cara y se dijo palabras de aliento para continuar.

Tenía aún varios pendientes.

El primero en resolverse fue el de los regalos. Como había prometido, fue con Kaminari a envolverlos con ayuda de un animado Sero, entre pláticas enérgicas terminaron y se despidió de ambos para seguir con sus tareas del día, llevando consigo el regalo para Bakugo que escondió debajo de la cama del mismo.

Lo que seguía era arreglar el comedor, esta vez tendrían que juntar algunas mesas y sillas guardadas en el almacén para que todos disfrutaran la cena juntos, esto a petición de Kirishima pues a Bakugo le parecía una total tontería si comían junto a otras personas o no.

Después de organizarlas llegó el tedioso momento de limpiar todo, desde la cocina hasta el recibidor quedó impecable gracias al buen ojo del pelirrojo.

Procedió entonces a decorar la mesa con manteles, algunos adornos en el centro, dejó preparada la vajilla y otros utensilios que podrían ser útiles.

Y admiró su trabajo con una sonrisa genuina.

Había terminado rápido, eran apenas las cinco con veinte de la tarde por lo que le quedaba tiempo de arreglarse.

Volvió a la habitación para cambiarse por una camiseta negra con el logo de su banda favorita en el centro, chaqueta de cuero negra y jeans negros con algunas decoraciones de metal.

Después tomó sus cosas para alistar su cabello en los baños compartidos del primer piso, donde encontró a varios hombres haciendo lo mismo.

No estaba de humor para hacer su típico peinado extravagante que requería de toneladas de gel (según Katsuki), así que decidió dejarlo liso como usualmente era y atarlo en una coleta con una liga negra. Usó un poco de gel para fijar algunos cabellos rebeldes y dejó su flequillo cayendo a los lados de su rostro, enmarcando perfectamente su cara.

Se miró por última vez en el espejo comprobando que se veía bien y abandonó el lugar con destino a la cocina, no sin antes pasar a dejar las cosas que ya no le servían en la habitación.

Cuando llegó a la cocina encontró a Bakugo, al que por alguna razón no había visto desde que había llegado del centro comercial con Kaminari. Observó que se encontraba preparando la cena y decidió retirarse para no estorbarle, pero al parecer el rubio ya había detectado su presencia.

— Oye imbécil, no pienses escapar ahora que estoy ocupado — habló sin voltear a verlo, totalmente concentrado en su tarea.

— No, lo siento, solo pensé que...

— Basta de excusas y empieza a cortar las papas, ¿o es demasiado trabajo para ti? — preguntó al tiempo que dirigía sus ojos a su figura — te ves bien, no ensucies tu ropa porque no lavaré nada hoy.

Eijiro sin saber a qué responder asintió, sus mejillas encendiéndose por el pequeño cumplido que recibió del responsable de su llanto hacía unas horas. Sacudió su cabeza rápidamente, no, ese no era el momento de sobrepensar las cosas, era momento de ayudar a Katsuki y demostrarle que era una persona útil.

Y así lo hizo, ayudó en lo que pudo para terminar a buena hora, dejando el pavo cocinándose en el horno con los complementos listos para calentarse y servirse cuando hubiera terminado.

Bakugo le encargó cuidar las cosas en lo que iba a arreglarse, no entendió muy bien a qué se refería con cuidar hasta que atrapó a Kaminari y a Sero intentando comer lo que estaba preparado para esa noche.

Recuerda mi nombre [KiriBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora