II

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— Así que esta es tu habitación...

— Ni una sola puta palabra al respecto.

Kirishima no se imaginaba el porqué pensaba que lo juzgaría, a su parecer era una habitación muy normal, tenía un par de pósters de bandas de rock que también le gustaban, la cama se encontraba en la esquina del fondo, a su lado reposaba un sillón rojo brillante que parecía muy cómodo y en donde suponía iba a dormir, en frente de este encontró una mesita con algunos libros encima y seguidamente una estantería que enmarcaba en el centro una televisión y debajo de esta una consola de videojuegos.

Le parecía acogedora, pero no quería hacer enojar al rubio por alguna tontería suya y tampoco quería dormir en la banca de afuera.
Tomó asiento en el sillón sin saber muy bien qué hacer, sosteniendo su mochila entre sus brazos tratando de entrar un poco en calor pues de repente le había dado frío.

El rubio abrió el armario que se encontraba a lado de la puerta, sacó una sudadera y empezó a ponérsela sobre la camiseta que traía, y de pronto Kirishima cayó en cuenta de algo importante.

— Oye, aún no sé cómo te llamas.

— ¿Ah? ¿Y por qué te diría esa mierda? — con el ceño fruncido tomó una manta y se la lanzó sin ningún cuidado, dándole poco tiempo de razonar al pelirrojo que terminó con la manta en su cabeza.

— Bueno... ya que vamos a estar conviviendo por dos semanas creo que es necesario saber tu nombre — respondió en lo que liberaba su cara.

— No hay forma de que le diga mi nombre a un fracasado como tú — Kirishima iba a protestar ante eso, pero un fuerte sonido proveniente del techo de la habitación calló cualquier sonido proveniente de ambos.

El techo comenzó a temblar a medida que el estruendo se hacía más fuerte y estaba a punto de salir corriendo pensando que se trataba de un terremoto, hasta que vio la cara del rubio comenzar a deformarse en una mueca extraña.

Pronto los sonidos cesaron y en su lugar se escuchó un golpeteo en la puerta de la habitación.

Con desgano, el dueño fue a abrirla para dar paso a un energético rubio eléctrico con un mechón negro que le pareció muy particular a Kirishima.

— Hey Bakugo, hoy hace más frío de lo normal así que venía por una manta extra, ¿puedes darme una? — habló el extraño. De pronto el pelirrojo se dio cuenta de algo.

— Oh, así que tu nombre es Bakugo.

— ¿Quién es él? — el extraño preguntó curioso, asomándose sobre el hombro del rubio cenizo — no sabía que tenías amigos, ¡hola! Me llamo Kaminari, es un gusto conocerte.

— Yo soy Kirishima, el gusto es mío — saludó cordialmente pero aún sin levantarse del sillón, tenía la sensación de que no debía entrometerse demasiado.

— Púdranse ambos — murmuró Bakugo — ya no hay más mantas, así que piérdete idiota y déjame dormir.

— ¡Amigo pero hace mucho frío y Sero ronca demasiado fuerte! No puedo dormir.

— No es mi jodido problema, y no somos amigos, ahora vete.

— ¡Espera! — alzó la voz Eijiro, captando la atención de ambos — ten esta, yo puedo dormir con la chaqueta puesta — caminando se acercó a la puerta, quedando a lado de un extrañado Bakugo que fue testigo de cómo el pelirrojo extendió su manta que le había dado al idiota que tenían en frente.

— Oh amigo no te preocupes, hace demasiado frío para dormir sin cobertor, está bien, puedo dormir con sólo uno — sonrió el alegre muchacho.

— ¿Entonces por qué mierda viniste a molestar? ¡Piérdete! — sin dejar tiempo a despedidas, un furioso Bakugo azotó la puerta que se cerró con un estruendo — y tu bastardo — habló dirigiéndose ahora a un sorprendido Kirishima — si tantas ganas tienes de dormir congelándote entonces sal de mi puta vista.

— No, tranquilo, es solo que pensé que podía ayudarlo y...

— Si tantas ganas tienes de hacer obras de caridad ve a un jodido asilo — respondió molesto, apagando la luz y avanzando con pasos firmes hacia su cama.

— Espera, espera, no puedo ver nada, ¿cómo se supone que caminas sin luz?

— No puedo creer que seas tan inútil — escuchó a Bakugo hablar al fondo, de pronto una tenue luz se hizo presente y pudo ver con claridad al rubio sentado en su cama, cerca de la mesa de noche en donde reposaba la lámpara de donde provenía esa luz.

— ¡Gracias Bakugo! — ahora con más seguridad, Kirishima caminó hacia el sillón, dejando su mochila a un lado, quitándose la gruesa chaqueta que llevaba dejando a la vista un suéter gris y recostándose para después taparse cómodamente.

— ¿Quién te dio permiso de utilizar mi nombre?

— Ahora que lo pienso — decidido a ignorar las anteriores palabras, Eijiro siguió hablando — es el mismo nombre del hostal, ¿es tuyo?

— Hagamos un trato, yo responderé a tu pregunta y después de eso ningún ruido saldrá de tu molesta boca, ¿de acuerdo? Bueno en realidad no importa si estás bien con ello, no tienes más opción.

— ¡Está bien!

— Bien... — murmuró Bakugo deslizándose dentro de las pesadas cobijas de su cama y apagando la lámpara en el proceso, dando paso nuevamente a la oscuridad — este hostal pertenece a mis padres, los viejos están en un estúpido viaje de aniversario y me dejaron a cargo mientras tanto de este horroroso lugar — habló calmadamente.

— Yo creo que es acogedor — murmuró Kirishima.

— A nadie le importa lo que tu creas, y estás rompiendo el trato, cierra ya la boca antes de que te saque a patadas — y Kirishima lo hizo, aún con las mil dudas que rondaban en su cabeza decidió que por el momento sería suficiente.

Además que no dudaba de que el rubio cumpliría su palabra si no atendía lo anteriormente dicho.

Recuerda mi nombre [KiriBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora