Esa dama enmascarada, más oscura que la noche, a la que muchos temen y otros aman, está jugando demasiado con una triste y pobre ánima. Acariciando con sus huesudos dedos, la tez de un hombre que todavía aguanta. Susurrándole que la siga, a pesar de estar atado a una veintena de máquinas. El juego se alarga días y semanas, mientras el tiempo corre, como viento entre las ramas. Aquella alma ya sólo balbucea y sueña... y aún estando tan cerca del Estigia, tararea una ranchera mexicana con desdeña. Ecucharla hace que el corazón se te parta. Ese viejo paracaidista de las fuerzas armadas, que agotado por el dolor, anhela irse ahora más que nada. Mas no parece ponerse de acuerdo con la oscura dama. Ojalá el tormento no dure mucho más y las sombras pronto te guíen hacia la eternidad.
Ánimo abuelo, te quiero.
Tu campeona.