Capítulo I

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Primer recorrido

     No soy superticiosa aclaro, solo que en muchas ocaciones necesitamos creer en algo. En mi caso en esta pulsera, la cual me regalo mi madre hace unos años cuando supe que estaba embarazada, tiene un dije de una mariposa color celeste que a veces la ves azul. Para muchos simboliza esperanza, a lo que me lleva, que debo tener mucho de este sentimiento para así encontrar a mi hijo.

     Mi pequeño Asher.

     El pasar de los días, y semanas me provocaba frustración. No saber en donde esta o en dónde me encuentro yo. Pero incluso logre desaparecer un poco de aquella sensación la medíanoche en el colectivo.

     El transporte dónde conocí, y comencé a platicar con el extraño chofer llamado Joel.

     Contare un poco este primer suceso.

     Miraba por la ventanilla del colectivo, como todas las tardes, estando aquí observaba al grupo de personas que se encontraban sumergidas en las pantallas de sus celulares, otras en una agradable charla y algunos solitarios como en mi caso, en la nada o al menos eso creía. 

     Al final cuando todos bajaban, con una expresión cansada o alegre, provocaba que un vacio me invadiera. Hasta que luego de que también de lo hiciera, lo primero que haria era ir directo a una parada contraria. Llegaba a esperar horas sin que ningún transporte parara, de la misma forma seguía haciendo señas o estiraba mi brazo con anhelo de que alguno se dignara a parar.

    No obstante ya cuando otro día estaba cerca de terminar, las luminarias  iluminaran hasta el último rincón escaso de luz y me hayaba rendida. Note en la lejanía el llamativo cartel de la línea 106, estire mi brazo con la intención de que se detuviera y finalmente lo hizo.

    Mis animos estaban al tope, no podía explicarlo, incluso recorde cuando era una adolescente y tuve mi primer cita de verano.  Subí efusivamente, tenía pensado ir directo a los asientos del fondo como lo hacía mayormente, estirar las piernas y buscar a mi hijo al final del recorrido.

    Aunque para mi suerte, no resulto así.

   —Escuché un chiflido o algo parecido, después de sentarme, acompañado de la aspera voz del chofer—. ¡Disculpe la mujer del fondo, tiene que venir a sacar boleto!

   Observe de reojo desde mi sitio, a su vez a las filas de la mano izquierda y derecha, sin embargo en ese momento algo lo interrumpió. Tocaron timbre, él chofer aceleró esperando a que bajara un tipo de capucha un tanto sombrío y continuó el recorrido, sin antes recalcar.

  —¡Tiene qué sacar boleto, señora! —expreso, mientras señalo la máquina con su mano libre.

   ¡Ay mierda! ¡Tiene razón! —pensé, y instantáneamente me lleve una mano a la frente avergonzada, sacudi la cabeza y suspire.

   Luego me dirigí hacía pasillo apresurando el paso, teniendo en mente como iba a explicarme, no era grave de todos modos. Al tanto el colectivero comenzo a decir.

  —Si no tiene saldo, intente por las dudas de nuevo —comentó—. A veces pasa que la tarjeta parece que no funciona, si no va muy lejos puede sacar el mínimo.

    Me sugirió, en resumen cuando llegue dispuesta a explicar que no tenía una tarjeta, supuse que la había perdido, aunque no estaba del todo segura. Pensaba decirle si me podría alcanzar unas paradas más. En cambio al observarme de reojo, su reacción fue diferente —él chofer dio un respingo en el asiento, dejando al descubierto una expresión de incrédulidad y entornando los ojos.

    —¿Eh? ¿Disculpe? —lo mire extrañada, trataba de entender su reacción, pero no tenía sentido alguno. Por lo tanto carraspie para llamar su atención.

    —Mire iba a sacar boleto, el tema es que ahora no tengo mi tarjeta, le quería pedir si ¿me podría alcanzar solo dos paradas adelante por favor?

    Aunque todo seguía igual, no me daba bola el tipo, continuaba en un estado de shock o algo parecido y la verdad empezaba a resultarme incómodo. Arrugue la frente confundida, y prosegui a acercarme un poco para tocar su antebrazo y preguntarle "si se encontraba bien", sin embargo en el momento en que lo hice, mi mano atraveso su brazo como si nada. En ese instante una situación, tan extraña que no llegaba asimilar estaba frente a mi.

   ¡¿Qué acababa de pasar?!

   —¡Aaah! —él hombre a mi lado pego un fuerte grito, lo que provocó que me sintiera aún más asustada, y de golpe retire mi mano. Luego frote rapidamente mi brazo el cuál permanecio intacto.

   No podía creer lo ocurrido, solamente sabía que él chofer se veía incluso más paranoico. En cuanto comenzo a maldecir y a agarrarse la cabeza con ambas manos, por mi parte no hacía  más que observarlo, inmediatamente él se inclino y me percate de que la puerta delantera se había abierto, okey... en conclusión se iba a ir a la mierda dejando el bondi y todo.

   Al levantarse del asiento tenía el aspecto de que era de mediana edad, quizas rondaba los treinta. Lo note observarme con detenimiento, aunque después desvió mirada a otro sitio.

  Fue entonces que capte su acción, miraba hacía la puerta detrás de mi. Así que me apresure antes de que se escapara.

  —¡Espera! —me puse en medio de la salida, estirando los brazos a ambos  lados. Queria impedirle el paso, si es que lo lograba de alguna forma.

  —¡Esto es bastante confuso para vos, como tambien para mi! —trague saliva y continue—. ¡Entonces vas a volver a tu asiento! —espete. ¡Terminas tu ronda! y los dos felices ¿te parece?—le sugerí lo último.

   Él no hizo más que asentir con la cabeza, y a regañadientes volvio a su puesto. Nuevamente puso en marcha el transporte, no sin antes darle vistazo al espejo retrovisor. Mientras tanto me sente en uno de los asientos delanteros, para no perderlo de vista. Y me quede viendo los señalamientos.

   El recorrido era silencioso, parecia de medianoche, aún quedaban dos paradas y no sabía que hacer hasta llegar allá, apoye las manos en mis rodillas y hable.

  —¿Me decís qué hora es? —pregunté para que me confirmara.

  Tardo en contestar hasta que observo,  el reloj que llevaba en su muñeca izquierda.

   —Las doce —dijo en un titubeo poco audible.

   —Gracias, por cierto soy Siena, un gusto...

  Espere que dijera algo, aunque lo más probable es que no lo hiciera cuando...

  —Joel —dijo inexpresivo.




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La Pasajera de la medíanocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora