Capítulo II

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Cambio de turno

A la mañana siguiente, Joel estaba decidido, mas bien dispuesto a cambiarse de turno con tal de que no apareciera nuevamente en su camino, la misteriosa mujer de la medíanoche.

Termino de tomar el café instantaneo de aquella taza de porcelana, luego se paso el dorso de la mano para quitar los restos de la bebida y dirigirse a su habitación, dado que se encontraba descalzo y en calzoncillos.

De manera que al llegar al umbral encendió el interruptor de la luz, el cual se hayaba colocado a un costado de la puerta y una vez que piso la fría cerámica, sintió un escalofrío que lo recorrió por completo, observo un momento el extrecho ropero que se encontraba en una esquina, deteriorado con el paso de los años, además de la fina capa de pintura blanca de la misma que dejaba ver su color natural.

Finalmente al correr una de las puertas corredisas, se vistio con algo casual una remera blanca, jeans oscuros, y zapatillas de lona negras.  Por último se apresuró a agarrar su celular que había dejado en la cama, ubicandolo en el bolsillo delantero.

Esta vez pediría su cambio al inspector, si eso le fuera posible.

Al salir del departamento de Casares, camino una cuadra y medía para tomar el colectivo directo a la terminal del 106. Por el momento tenía las manos puestas en los bolsillos del pantalón, esperando igual a que las demas personas a su alrededor.

Observo su reloj un momento, que marcaba las 07:45, aún no pasaba ningún bondi esa mañana pensaba. Nego con la cabeza viendo a los escasos edificios de la zona, la mayor parte de ellos antiguos, aunque algunos estaban bien conservados.

Al paso de unos quince minutos de espera, aparece el coche de la línea dónde trabajaba, dejo subir a unas personas detras de él para luego subir. Iba a sacar boleto cuando lo reconoce, un compañero de la línea.

—Eh ¿qué haces Valdez? —dijo el chofer—. Pasa nomas. —le hizo una seña.

A lo que, Joel dio por sentado y se apoyo en el barandal, de los asientos del frente para conversar.

—¿No tenías el turno de noche? —le pregunto, mientras freno en el semáforo.

A lo que él asintió con la cabeza, paso medía hora hasta que finalmente llego a la terminal. Todo indicaba en la expresión de Joel, que haría lo correcto. En esta ocasión sería diferente como aquella vez, dadas las circunstancias debia de hacer algo con la sorpresiva aparición de la mujer pelirroja. Lo siguiente que hizo fue cruzar la entrada del ancho porton negro. Aún era de mañana, eso significaba que pocos coches de la empresa estarían estacionados.

Hecho un vistazo y algunos de los choferes llegaban con el uniforme puesto, otros como él con la camisa azulada al hombro. De modo que revisó su celular para ver si tenía algún mensaje o notificación, mientras caminaba a paso ligero.

Levanto la vista cuando se percato de que estaba frente a la puerta de la oficina, del inspector. Había saludado en el camino a algunos conocidos.

Luego toco una, dos, veces y finalmente le dijeron que pasara. La pequeña oficina, tenía una mediana ventana la cual permanecia cerrada y al pasar Joel, él hombre robusto sentado que parecía ser el inspector le dijo que cerrara la puerta.

—¡Haceme un favor pibe, cerra la puerta! —le dijo haciendo una seña con la mano—. ¡Esta el aire prendido, y esta oficina de 4x4 es un horno!

La Pasajera de la medíanocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora