Inquietudes
La noche estaba acercándose a medida que el ocaso hacía su aparición en el opacado cielo, por las luces de la cuidad. Las inquietudes se mantenían latentes en mi mente, relacionado a que el día de ayer no logre hallar a Asher. Creía con todas mis fuerzas que lo encontraría en aquel oscuro cementerio, pero no fue así, no tuve la sufienciente fortaleza para cruzar los portones de ese lugar.— <<Lo único que llegué a hacer fue apretar los gruesos fierros de la entrada, con impotencia. Bajando la vista una vez que me marche de allí>>.
Miles de pensamientos a cada hora, quizás o tal vez mi pequeño no se hallaba allí. Entonces esta pregunta redundante se quedaba firme en mi pecho ¿En dónde me encuentro?
Las personas alrededor cruzaban alocadas con bolsas de compras. Mientras que me hayaba sin rumbo fijo, caminando de una esquina hacia a otra en el metrobus, a su vez el clima parecía estar fresco, dado que al observar a los peatones que cruzaban con el semaforo en rojo. Vestidos con abrigos de algodón, busos y camperas abultadas. A lo que en mi caso llevaba puesto la misma ropa hace semanas, un fino saco gris pasando mis rodillas, los jeans azules y el enmarañado pelo suelto. Al ver a los demas con zapatillas, y botas. Las sandalias que tenía me daban incomodidad, incluso podría decir que extrañaba sentir la sensación del frío, pero ya nada era igual.
En el recorrido de esta tarde el colectivo de la línea 34 cruzo por una calle llamada Artigase, que inquietantemente me llamo la atención una de las casas de aquel barrio, los ladrillos sobresalientes de sus paredes de un tono marrón opaco, las rejas blancas al estilo antiguo tan bajas que no llegarían al metro. Además del hermoso jardín del patio de en frente que lograba verse con vivesa, en algún momento de mi vida tal vez... observe ese mismo jardín.
(...)
Abrí los ojos y despierto lentemente, aunque no estaba en donde creía. Parpadie un par de veces, y observe detenidamente el entorno, las luces, ventanas, los asientos agrupados del fondo y los demás alineados en cada esquina, el estrecho pasillo y el pequeño escalón resultaba ser...
—¡Carajo! ¡No hagas eso de vuelta!
—esa voz, prevenia de un hombre y logre reconocer de quién.Sin embargo, se veía que estaba a punto de hacer el ridículo, frenó de golpe el colectivo. Luego camino unos escasos metros del asiento de conductor y consigo traía una especie de ¿de rosario? en la muñeca.
No puede ser.
Así que, se me vino a la mente costestar su advertencia. Quizás esto sería divertido.
—¿Hacer qué? —cuestione alzando la barbilla.
—Eso que... esta haciendo ahora
—murmuró y hizo un ademán con la mano en la que tenía las cuentas, las mismas sonaron en un breve ruido—. ¡Sabe que, me informe! y si tal vez renuncie a mi puesto, por culpa suya.—A ver ¿por qué tendría la culpa de eso? —arrugue la frente, quien se creía, piensa que me divierte estar así.
—Como que no sabe, no pegué un ojo en toda la maldita semana, desde que apareció y estoy a punto de quedar desempleado. —su mandíbula estaba marcada, tal vez de tanto apretar los dientes. Y la primera impresión de susto o sorpresa, que tuvo al principio era casi nula.
Quizas, no iba a terminar este día como pensaba.
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La Pasajera de la medíanoche
Short StorySiena una pasajera hara un monotono recorrido hasta pasar por un penumbroso cementerio, que la conectara de alguna forma con el joven chofer. Ademas de un extraño apodo añadido por él.