¿A ti también te pasa que quieres leer relatos +18, te fijas en la clasificación, entras a leerlo y te das cuenta de que los personajes no pasan de los besitos y de las caricias superficiales?
Somos dos. Hay que utilizar la "clasificación adulto" c...
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Habían pasado 2 meses desde que Bokuto había confesado sus sentimientos a Akaashi por medio de una carta anónima, pero que el pelinegro intuyó al momento de quien era. Una de las pistas claves era que Bokuto había escrito mal su nombre.
Como llevaban un largo período de tiempo juntos, Akaashi propuso ir a celebrarlo comiendo en el centro comercial el sábado. Bokuto accedió al plan de su novio y se mentalizó para el día. Quería que fuese especial en todos los sentidos, ya que Akaashi era su primera pareja y del que estaba profundamente enamorado. Por eso mismo revisó todo su armario hasta dar con unos pantalones relativamente nuevos y un jersey que saltaba a la vista que le quedaba justo, pero que era de sus favoritos.
Las hermanas de Bokuto discurrieron en aquella combinación de su querido hermano. A una no le gustaba nada aquel jersey, pero a la otra le encantaba como le quedaba.
Tras mucho discutir sobre lo que debería llevar el bicolor, Bokuto se quedó con lo puesto, sin modificar nada.
Mientras que el revoltoso adolescente iba de camino al centro comercial para reunirse con su novio, Akaashi estaba dando vueltas en su habitación ligeramente nervioso. Bokuto no era el primer novio que tenía y eso significaba tener experiencia en la materia.
Al principio pensó que no tendría que temer porque Bokuto quisiese hacerlo, al fin y al cabo llevaban solamente dos meses juntos. Sin embargo, sus preocupaciones incrementaron cuando ambos quedaban solos tras los entrenamientos extras y sus besos pasan a ser caricias traviesas bajo la ropa, mordiscos directos en la piel y la sensación sofocante del deseo atravesando sus cuerpos.
Bokuto era el inexperto de los dos, pero eso no restaba el ansia que ponía cada vez que se besaban y aumentaban las ganas de sentirse de otra manera.
Por eso mismo hoy aprovecharía para hablar con él sobre el asunto. Tenía que poner las cartas sobre la mesa, porque su propio deseo le estaba jugando una mala pasada y eso haría que se precipitasen a probar nuevas sensaciones sin apenas tener lo básico preparado.
Con esto en mente salió de casa. Ajustando la bufanda al cuello, subiéndola hasta la nariz para cubrir el sonrojo de sus mejillas debido al frío helado, y caminó en dirección al centro comercial.
. . .
- ¿Entonces quieres hacerlo, Akaashi?- la pregunta surge tras las primeras palabras nerviosas del pelinegro para introducir el tema.
Bokuto es muy transparente a la hora de decir las cosas y eso provoca que Akaashi se atragantase con su propia hamburguesa.
- Bokuto san, baje el volumen. Recuerde que estamos en un restaurante.- indicó Akaashi recuperando la compostura.
- Perdona Akaashi, es que estoy muy emocionado porque me lo propongas.- una sonrisa en sus labios afianza esa felicidad.- Llevo queriendo dar ese paso desde hace tiempo, pero no sabía como decírtelo. No quería parecer un interesado.
