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❪ johnny ❫
el atardecer estaba enfrente mío, podría disfrutar de la vista, de la ligera brisa que hacía, podría disfrutar de los tenues rayos de luz caer sobre mi piel de manera relajante, calentandola con suavidad al chocar contra ella. pero no lo hacía, porque florencia no salía de mi cabeza.
y esta vez no solo era su apariencia, si no sus palabras. sus preguntas.
había tratado con distintas cosas. había tomado mi guitarra y tocado por horas. había cantado hasta que mi garganta se sentía seca. había probado distintos sabores, tratado con distintos olores, pero nada cambiaba lo que florencia había creado en mi cabeza.
hablar con ella me confundía, pero ciertamente se sentía vital hacerlo, me había acostumbrado, ella había logrado que me acostumbrará a que me escuchará, porque sabía que ella era la única persona con quién podía ser yo mismo sin sentirme juzgado.
me gustaba pensar en ello, pensar que a ella no le molestaba si soltaba algún comentario sarcástico, o si no cumplía alguna expectativa de como debía actuar. con florencia podía hablar de todo, o podíamos solo pasar las horas observando a algún punto fijo sin que se volviera incómodo como lo podría ser fuera de mis sueños.
había cometido uno de los peores errores al haberme enamorado de ella, porque lo estoy, como si me encontrará navegando por el mar sin tener una idea de a dónde ir, o como manejar el barco. no puedo ver a nadie como la miró a ella, no puedo sentirme de está manera por alguien que no sea ella, que no sea la morena que me hacía dudar de todo lo que quería, de la chica con acento exótico que me hacía perderme con una sola mirada.
¿qué es lo que hiciste conmigo, florencia? ¿por qué me siento como si te conociera incluso mejor de lo que me conozco a mi mismo?
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—traté con todo. —sus ojos me voltearon a ver confundidos, su entrecejo se arrugaba ligeramente ante la confusión que su rostro me mostraba. me deje caer a un lado suyo, apoyándome contra el tronco caído en el que ella tenía apoyada su espalda. —ya sabes, las cosas que me gustan, y con las que no también. —explique lo más breve que pude, sabía que incluso para ella, pensar en que era mi consciencia, le resultaba absurdo.
soltó un suspiró, la punta de su dedo índice se encontraba sobre un anillo. un anillo grande que hasta hace poco note que llevaba, descansaba sobre su mano izquierda, moviéndose suavemente cuando su mano derecha chocaba contra el.
—ya no se que es lo que quiero. —cuando solté eso, pareció que una sonrisa divertida apareció en sus finos labios, rodó los ojos totalmente risueña, esquivando mi mirada. —¿qué sucede? —me levanté un poco tratando de que sus ojos oscuros se fijarán en mi, ella negó sin permitir que su sonrisa la abandonará. —anda, florencia, dímelo. —insistí.
