Con la tenue luz de la luna dándole de frente y parado al centro de cadáveres que aún estaban tibios, Vox se aflojó la camisa adornada con una que otra mancha de sangre y acomodó su saco.
La pistola que sujetaba su mano todavía dejaba escapar un delgado hilo de humo, pero ya no tenía ninguna bala en su interior. Pero qué más daba eso. Después de todo, el trabajo ya estaba terminado. Alzó el arma hasta tenerla frente a su rostro, reflejando en ella su cínica sonrisa.
Aquella Colt 1911 podía llegar a ser algo pesada e incómoda, pero nunca le fallaba, ni siquiera en los momentos más críticos. Hasta él mismo podía decir que sentía cierto apego por ese pedazo de metal. Si tan solo hace unos días hubiera tenido la oportunidad de usarla en la desastrosa fiesta de disfraces, la adoraría mucho más.
Volvió a guardar la pistola dentro de su saco, y luego sacó un cigarrillo que prendió con la ayuda de una pequeña flama proveniente de un viejo encendedor. Después de un par de segundos exhaló una nube de humo, que una ligera brisa helada terminó por llevarse lejos de ahí.
De pronto, uno de los hombres bajo su mando, apareció con una mueca de preocupación sobre su rostro algo regordete. Parecía traer malas noticias.
—Señor—dijo con voz agitada.
Vox se volvió hacia él.
—¿Qué pasa? ¿Algún problema con nuestro cliente?
—No es eso...
—¿Entonces qué es idiota? Dilo de una vez.
—Sebastián, señor. Su enfermedad ha vuelto.
Vox dejó caer al suelo su cigarrillo para apagarlo con su zapato puntiagudo, a la vez que su sonrisa se transformaba en una expresión seria. Esquivó los cuerpos sin vida bajo sus pies, encaminándose rápidamente hacia un auto que lo esperaba entre las sombras de la fría noche.
Se subió al vehículo, con la compañía del informante a su lado.
—Si ésta es una de tus exageraciones de siempre, prometo que te cortaré la lengua y haré que te la comas—lo amenazó, endureciendo la mirada mientras el conductor encendía el motor del auto y lo ponía en marcha.
El contrario solo se encogió asustado, y un sudor frío le recorrió la espalda. Sabía que las malas noticias de última hora que la nana de Sebastián le había encomendado llevar eran ciertas, y su lengua estaría a salvo. Sin embargo con tan solo sentir la mirada asesina de su jefe, era suficiente para saber que los restos de su cuerpo podían ir a parar al fondo del mar, y nadie sabría nunca más de él. Siempre debía tener cuidado, y nunca olvidarlo.
Unos minutos después, Vox ya estaba frente a la entrada de su perfecta casa elegante.
Al entrar recorrió uno de los pasillos principales, y después de subir las escaleras, entró a una de las muchas habitaciones.
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Corazón Inmortal (AlastorxOc)
RomanceNaikare siempre se ha preguntado por qué es la única shinigami que puede sangrar. La mayoría de su cuerpo está cubierto de cicatrices que no sabe cómo ni por qué llegaron ahí. Siente que se ha olvidado de alguien sumamente importante para ella, pero...