Esa noche clara, después de haber dejado ir todas sus preocupaciones bajo incontables gotas tibias de un relajante y vaporoso baño, Naikare apiló los esponjosos almohadones tras su cabeza para poder estar en una posición más cómoda. Cosa que ya comenzaba a transformarse en costumbre al final del día.
Se arrebujó entre el delgado cobertor de lana, frotando aquel cuerpo magullado contra las sábanas para poder calentarse mejor, y deshacerse del frío a su alrededor.
Una vez que ya estuvo segura de haber creado la temperatura perfecta, estiró su cuerpo para poder sacar el desgastado diario de su padre guardado en uno de los cajones del pequeño mueble junto a su lado, lista para leer antes de dormir.
También le dio un largo sorbo a la leche tibia mezclada con un poco de anís, y una cucharada de miel como toque final. La bebida le endulzó todo el camino desde su paladar, hasta llegar al fondo de su exigente estómago. Pero ni siquiera todo ese dulzor era suficiente para hacer desaparecer el cálido beso de Alastor que aún sentía sobre sus labios. Cuando terminó de beber hasta la última gota y volvió a dejar el vaso sobre el mueble, una ligera y corta risa se le escapó de entre los labios. Sabía que era una risa de diversión ni de burla, sino una de esas risas cuando la felicidad—y tal vez también algo de brutez—reclamaba como suyo cualquier acción o pensamiento que se atreviera a cruzar por su mente.
Haber confesado esos absurdos sentimientos de amor ciertamente le hizo volver a conservar un poco la calma, pero a veces si preguntaba si él realmente la amaba como decía. Sus acciones no dejaban dudas, sin embargo, no podía negar lo mentiroso y doble cara que su enamorado podía llegar a ser algunas veces con otras personas. Lo observaba, aunque él supiera ocultar muy bien de los demás.
Parecía darle una vuelta tras otra a aquellos pensamientos, como si una parte de ella estuviera renuente a dejarse caer en un cuento de hadas sangriento que posiblemente terminaría en desgracia. Aunque bien valía la pena perecer por esos ojos color otoño cada vez que la miraban. Esos ojos con una especial chispa rojiza de asesino brillando en la oscuridad después de haber hecho desaparecer a alguien, o cuando jugaba de forma coqueta con los largos mechones de su cabello, y los protectores brazos que la rodeaban y parecían negarse a dejarla escapar hacia la libertad, lejos de cualquier cosa que no fuera él o su retorcido ser.
De pronto, sintió una esquina del colchón sumirse bajo sus pies. Levantó la vista, alarmada por lo que sea que acabara de tener el valor de entrar a su habitación. Casi quiso reírse de ella misma cuando vio al gato negro acomodarse a un lado de ella.
—¿Por dónde entraste Salem, pequeño bribón? —le preguntó acariciándole el suave lomo.
El animal la miró a través de las dos puntiagudas y claras rendijas formadas en sus ojos felinos, y se quedó observando el diario entre sus manos, como si el también estuviera interesado en esa libreta. Movió la punta de su cola y dio un tranquilizador ronroneo al sentir su pelaje siendo acariciado nuevamente.
Por alguna razón la curiosidad del animal le recordó a Naikare aquella chica tan osada del bar, hermana de Husk.
Giró la cabeza en dirección a la ventana cuando vio los indiscretos rayos rojos bañar una parte de su habitación. El gran punto carmesí en el que se había transformado la luna la saludaba desde lo alto. ¿Hace cuánto que no veía un fenómeno de la naturaleza tan hermoso como ese?
Naikare siguió contemplando el magnífico astro desde el apacible lecho de su habitación, hasta que una nube la ocultó de su vista.
Luego volvió a tomar el diario entre sus dedos mientras buscaba la página donde se había detenido en su lectura anterior, lista para llegar a la parte final de la historia allí escrita con algunos manchones y borrones de tinta sobre el viejo papel amarillento. Se dejaría llevar una vez más al pasado desconocido, esperando encontrar respuestas a los enigmas sobre una vida y un padre ya olvidados.
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Corazón Inmortal (AlastorxOc)
RomanceNaikare siempre se ha preguntado por qué es la única shinigami que puede sangrar. La mayoría de su cuerpo está cubierto de cicatrices que no sabe cómo ni por qué llegaron ahí. Siente que se ha olvidado de alguien sumamente importante para ella, pero...