Prólogo

782 55 9
                                    


Cuando sintió el aguijonazo de dolor en el dedo, inmediatamente apartó la aguja lejos, y tres goterones rojos rodaron como monedas sobre el pañuelo blanco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando sintió el aguijonazo de dolor en el dedo, inmediatamente apartó la aguja lejos, y tres goterones rojos rodaron como monedas sobre el pañuelo blanco. Miró con atención aquel líquido que destacaba demasiado sobre los hilos finamente entretejidos.

¿No había pasado algo similar cuando ella nació? Que el evento volviera a repetirse solo significaba una cosa: mal augurio y nuevos problemas.

Luego dirigió la vista a la bebé descansando entre la cuna de madera, adornada con una que otra rosa. Los sirvientes se habían molestado en traerlas como un regalo al encontrar el mismo color tan enigmático de la flor plasmado en las mejillas regordetas de la recién nacida.

—Es muy hermosa, ¿no creen? —dijo muy alegre una sirvienta joven a las demás criadas mientras todas asentían y se inclinaban para poder observar mejor a la bebé—. Será nuestra linda Rosenrot—añadió, como último elogio.

Schneewittchen apretó los labios y lanzó destellos de indignación, arrugando el pañuelo entre sus delgadas manos. Bien sabía que por alguna razón no le gustó la primera vez que vio abrir los ojos de esa niña, y mucho menos la inmensa atención dirigida hacia ella.

Dejó su lugar en la ventana y caminó hasta la cuna. La bebé, al sentir el inconfundible aroma de su antecesora, le regaló una tierna sonrisa. La mujer ni siquiera se inmutó. Al ver su frágil cuellecito, comprendió que sería muy fácil para ella haberla asesinado con sus propias manos. Pero cuando recordó que podría ser recordada por toda la eternidad, la malicia le hizo curvar hacia arriba sus rojos labios.

El trato ya estaba cerrado.

El demonio arrastraría lejos su alma.

La criatura desagradable pronto desaparecería.

Acto seguido salió de la habitación, sin darse cuenta de la escurridiza figura de un hombre que salió de un escondite tras el armario. Con infinita rapidez arrebujó a la niña entre las sábanas, aferrándola contra su pecho. La torpeza con la que lo hizo fue algo evidente, pues le temblaban las manos en su acto de correr y escapar. Una vez más comprobó llevar consigo todo lo necesario, y en la oscuridad del acto y su bolsillo brillaron las iniciales doradas en una libreta: C.L

Salió por la ventana y comenzó una carrera apresurada, poniendo todas sus fuerzas en llegar al barco que ya lo esperaba al otro lado del bosque. Escapando lejos, allá, hacia un mundo nuevo.






Si llegaste hasta aquí, te lo agradezco mucho. Y si te gustó lo que acabas de leer, no dudes en dejar tu voto o un comentario. Los apreciaré mucho, y serán de gran ayuda para esta pobre y humilde escritora :3

Corazón Inmortal (AlastorxOc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora