Capítulo 5; La escuela (Parte 1)

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Pov Horacio

Todos los niños fueron recogidos por sus padres menos yo, era el único que quedaba en la escuela. Se supone que vendría la niñera a recogerme, pero aún no ha llegado.

Aburrido, me acerqué a donde mi maestra- ¿Puedo ir al baño? – Le pregunté.

- Claro que sí, mi cielo. Yo te aviso cuando vengan a buscarte, pero no tardes-

Tras su respuesta, caminé por los grandes pasillos hacia el lavabo. La escuela era muy grande, cualquiera podría perderse si no la conoce bien. Al mínimo despiste puedes pasar de la primaria a la zona de los chicos grandes de secundaria.

Cuando llegué, abrí la canilla y dejé el agua fluir, puse mis manitas juntas y tomé un poco de agua. Luego abrí mi mochila y saqué un peine rosa de Barbie que le robé a mi papi, para comenzar a cepillar mi castaño cabello.

- Quisiera ser grande para ponerme el pelo de colores- Me quejé para mí mismo mientras me peinaba. Estaba aburrido ya de mi pelo tan simple. –Quiero tenerlo de color arcoíris y que brille en la oscuridad- Dije moviendo mi pelo como lo hacían en las propagandas de la tele.

Estaba tan ocupado posando en frente del espejo, pensando en que era un famoso presentador de shampoo, que no me percaté de los pasos que se escuchaban desde el pasillo.

- ¿Secador? ¿Rizador? Dañan mucho el cabello, ¿Verdad? - Dije usando el peine como micrófono.

- ¿Qué haces? - Una voz proveniente de la entrada hizo que me asustara.

- ¿Qué haces tú? ¡Casi me das un infarto! – Indignado y avergonzado, desvié la mirada hacia el frente, intentando así no mirar directamente a aquel chico que me había pillado haciendo el ridículo. No obstante, mi acción no sirvió de mucho ya que aún podía verlo por el espejo y él a mí.

Era un chico bajito, bastante delgado, de cabellos dorados mal cuidados, y ojos azules. No parecía ser de la escuela ya que no traía uniforme, en cambio, iba vestido con una chaqueta roja y pantalones de camuflaje.

- ¿Tu eres Horacio? – Preguntó mirándome fijamente por el espejo.

- ¿Cómo sabes mi nombre? – Volteé la vista asustado. ¿Por qué un desconocido sabía quién era?

- El súper nos habló de ti durante el camino a este lugar. La maestra dijo que te habías ido al baño, así que vinimos a buscarte. - Respondió tranquilo y con una leve sonrisa. Aquello me tranquilizó mucho, papá estaba aquí para llevarme a casa y este niño venía con él.

- ¿Dónde está papá? – Miré por encima de su hombro, esperando que Conway estuviera allí detrás, pero no lograba verlo por ningún sitio.

- El viejo está en la entrada hablando con la maestra sobre no sé qué de inscripciones.

- ¿Eh? ¿Pero no habías dicho que vinieron al baño a buscarme?

- Ah, es que vine con mi hermano, pero lo perdí por el camino.

- ¿Cómo que lo perdiste? – Sonaba demasiado relajado como haber extraviado a su hermano en un lugar desconocido para él.

- Es que no sabíamos dónde estaban los baños entonces nos separamos, pero ahora no sé dónde estará buscándote.

- ¡Tenemos que ir a por él entonces! – Guardé el peine rápidamente en mi mochila para luego ponérmela. Me acerqué al chico rubio y tomé su mano. Él me miró por un instante, pero terminó por restarle importancia y no dijo nada al respecto.

Salimos al pasillo y pregunté por la última vez en la que lo vio.

- Nos separamos en unas escaleras.

- Vale, entonces tal vez esté arriba así que, vayamos al segundo piso por aquí- Subimos por las escaleras secundarias, pero al, casi llegar a arriba, tropiezo. Pensé que caería rodando, pero unas manitas rubias pararon mi caída.

- Cuida 'o, que te me matas, cara nabo. – Se reía como si nada hubiera pasado.

- Gracias, emm... - No sabía su nombre para agradecerle, pero aquel niño no tardó en darse cuenta.

- Gustabo, con B de bombón.

- Pues muchas gracias, Gusnabo. – Frunció el ceño confundido. Si él me decía cara nabo, yo le llamaría Gusnabo.

- ¿Cómo que Gusnabo? - Se cruzó de brazos y me miró con reproche.

Yo simplemente terminé de subir mientras ambos reíamos. Ya en el segundo piso, buscamos aula por aula al hermano de Gus.

- ¿Cómo se llama tu hermano? - Pregunté por sacar tema de conversación.

- Se llama Pogo, y grita mucho. Es algo rarito según los demás, pero no te dejes llevar por sus locuras.

- Entiendo. ¿Y por qué están con papá?

- Papu nos dijo que nos quedaríamos con él en su casa

- ¡¿Eh?! ¿Vamos a vivir juntos? - Exclamé sorprendido. Siempre había querido un hermanito para pasar el tiempo juntos. Papá se la pasaba todo el tiempo trabajando y la niñera me ignoraba la mayoría de las veces. En ocasiones me sentía muy solo.

- ¿Algún problema con ello, poste de luz? – Él me encaró como si fuésemos a pelear por el territorio.

- Nonono, en absoluto, solo estoy sorprendido- Aclaré moviendo mis manos de lado a lado- ¡Estoy emocionadísimo! ¡Te voy a mostrar todas mis cosas y vamos a jugar juntos! -

- ¿Enserio?

- ¡SÍ! - Gustabo se me quedó mirando divertido.

Aún no entendía muy bien la situación, pero no estaba en absoluto disgustado. Hoy parecía ser un mal día, pero con esta noticia me alegré muchísimo.

- Pensé que te molestarías

Negué velozmente – Para nada ¿Por qué debería?

- Pues porque dos extraños van a invadir tu espacio y usar tus cosas

- No me molesta compartir, es divertido- Y de golpe, cuando estábamos tranquilamente platicando, el timbre sonó. Gustabo dio un respingo y me miró. Al verlo asustarse, yo me reí.

- ¿QUÉ ES ESO? POGO PERDIDO – Una voz gritó justo detrás nuestra haciéndome saltar, a lo que Gustabo fue el que rió esta vez.

- Clown, allí estás, te estábamos buscando – Me di la vuelta para ver a "Pogo". Este era idéntico a Gustabo, solo que traía los labios mal pintados, una chaqueta negra de cuero y pantalones cortos.

-GUSTABO- Pogo saludó a su hermano, y al verme, procedió a examinarme de arriba a abajo- ¿Ese es Horacios? Pregunta Pogo – Dijo señalándome.

-Sí, es él, ya lo encontré. Otro éxito más. – Respondió Gus.

- ¿Otro éxito? – Pregunté extrañado, pero sacudí mi cabeza y recordé el timbre. – Ah, ¡nos tenemos que ir! A esta hora entran los chicos del turno tarde, no podemos estar aquí.-

-Sí además el viejo debe estar buscándonos- Añadió Gustabo.

-Pogo te sigue, no sabe el camino de regreso- Dijo Pogo aún señalándome. Gustabo ya me había advertido que era raro, pero seguía sin entender su extraña forma de hablar.

-Vengan por aquí – Tomé la mano de Pogo, ya que la de Gustabo ya la tenía, y caminé por el camino por el cual vinimos, guiándonos a la salida.

Los revoltosos hijos de ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora