Capítulo 4; Travesuras en el McDonald's

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Pov Conway

Luego de que aquellos gemelos se abrazaran, cogí a Gustabo en brazos, lo saqué del maletero y lo cargué hasta mi patrulla. Pogo me siguió y subió por su cuenta en la parte trasera. Una vez me asegurase de que estuvieran con los cinturones bien puestos, subí yo también al asiento del conductor.

Comencé a conducir hacía comisaría en silencio, escuchando lo que aquellos pequeños cuchicheaban en los asientos de atrás, espiándolos, de vez en cuando, a través del espejo retrovisor.

-¿Qué pasó con los secuestradores?- Le preguntó Gustabo a su hermano.

-Usaron a Pogo de rehén en un banco- Le contestó- Logré sacarles pasta a los demás rehenes- Lo último lo dijo casi susurrando pero al tener una perfecta audición pude escucharlo claramente.

-Buena. ¿Y la otra pasta?- Empezó a susurrar el segundo menor.

-Intacta, Pogo sigue siendo rico- Gustabo se frotó sus manos y rió por lo bajo. Se acercó a su hermano y le dijo algo que, esta vez, no logré escuchar. Sin embargo, la reacción del de la cara manchada, no hizo más que intrigarme aún más, se había quedado boquiabierto.

-¿Qué tanto secretean?- Fijé mi vista al frente esperando alguna respuesta que pudiese darme alguna pista de lo que hablaban. No obstante, solo obtuvo un par de risas cómplices y nada más. Supongo que serán cosas de críos.

-Oye, ¿Quién es el viejo decrépito?- Preguntó Gustabo luego de un rato, a lo que yo fruncí el ceño.

-¿Cómo que viejo decrépito? Soy el superintendente Jack Conway-

-Es el agente que salvó a Pogo- acotó su hermano.- Y también me ayudó a encontrarte-

-Anda, pues muchas gracias, señor superintendiente- Gruñí por el apodo mientras que los niños se reían sin pudor alguno. Durante el resto del camino estuvieron compitiendo a ver quien inventaba el mejor y, más gracioso, apodo hacia mi persona. Más de una vez los regañé pero terminé desistiendo al ver la poca atención que me prestaban.

Al llegar, estacioné en el parking e indiqué a lo pequeños que me siguieran. Los tres entramos al establecimiento ignorando a las 14 personas que estaban allí en recepción para pasar directamente al despacho del segundo piso, en donde se encontraba mi fiel amigo y comisario.

Los niños tomaron asiento en el sofá, mientras que Volkov me informaba respecto de los detenidos- Al parecer eran unos pandilleros que estaban en busca y captura por apuñalar a varios civiles, en el vehículo se encontró dinero marcado y algunos paquetes de droga.- Esto explicaba el por qué de la huida.

-¿Aquel es el niño que buscábamos?- Volkov señaló con un movimiento de cabeza a Gustabo.

-Sí, es él.- Me giré para ver lo que hacían. Al parecer estaban jugando con una linterna de a saber dónde cojones la han sacado.-Por suerte ninguno de los dos aparenta tener heridas, pero si se les ve bastante sucios y delgados.-

-¿Qué piensa hacer con ellos?-

-No puedo dejarles solos, no tienen ningún sitio a donde ir y tampoco quiero dejarlos en manos de cualquier gilipollas. Es muy probable que los lleve a mi casa hasta que les encuentre un buen hogar-

-¿Está usted seguro? ¿No cree que sería demasiada responsabilidad? ¿Qué hay con su hijo Horacio?- El ruso estaba notoriamente preocupado.

-Estoy seguro. A Julia de seguro le hubiese gustado la idea. - Solté una amarga risa por lo bajo - Aunque no sé como se lo tome Horacio.

Los revoltosos hijos de ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora