Capítulo 5

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Narra Ethel.

-¿Cuál?

-Quiero que me masturbes.

Mis ojos se abrieron como platos, lo miraba fijamente boquiabierta ¿Acaso había sido cierto lo que acababa de escuchar?. Tenia que preguntar, tenia que comprobarlo.

-¿Perdón?

-Ya me has oído. Quiero que tu me masturbes- Repitió con osadía.

No definitivamente no había sido un problema de audición o algo que me había imaginado. ¡El quería que lo masturbara, que lo hiciera llegar al orgasmo con mis propias manos!.

Sentí como el calor subía por mis mejillas, pero no era de vergüenza sino de excitación. Mi cuerpo entero hervia, creí que en cualquier momento explotaría en llamas como una erupción volcanica.

No sabia exactamente que pensar o que decir, así que simplemente actúe. Y una vez más, lo besé con urgencia como que si tal el mundo se acabaría en ese instante y ese sería el último beso de mi vida y Calum no tardo en corresponderme, movía sus labios desesperadamente sobre los míos encajando a la perfección así como encajan las piezas de rompecabezas, disfrutaba el frenesí que causaba al estar besando sus labios.

Mientras nos besabamos, lo tiré hacia atrás. Juntos retrocedimos hasta chocar con la camilla. De repente me separé bruscamente de el. El intentó decirme algo. -Shhh!. -Coloque mi dedo índice sobre sus labios, silenciando antes de que pudiera quejarse. Tome la silla en la cual minutos antes se encontraba Calum sentado, y la arrastre hasta ubicarla al centro de la habitación, ladeó la cabeza y le indique que se sentará. -Siéntate!.

Calum me obedeció sin vacilar. Se sentó en la silla frente a mi, sin apartar los ojos de los míos, coloqué las manos en su cadera. -Bájate los pantalones!.- Le ordené muy segura de mi misma.

Narra Calum.

Joder! Como me ponía así de mandona. Me desabroche el cinturón y me lo bajé de un tirón, de inmediato pude sentir la mirada de Ethel clavada en mi entrepierna, en la enorme erección que se pronunciaba debajo de la tela de mi boxer.

-Ahora el boxer!.

Lo tiré de inmediato de la misma forma que había hecho con mis pantalones y mi boxer quedo a la altura de mis tobillos. Ethel se mordió el labio y me examinó por un buen rato. Largo y ancho, mi miembro apuntaba erguidamente hacia el techo, demostraba virilidad y autoridad ante cualquier mujer, en este caso, Ethel.

Ella se arrodilló frente a mi y le dio un ligero apretón a mi erección. Un gemido gutural de pura satisfacción ascendió de mi garganta, seguido de un gruñido que parecía animal. -Oh! Siii!... Maldita sea!.- Era mucho mejor cuando ella me tocaba que cuando lo hacia por mi mismo.

Exploró con los dedos el largo de mi erección, contemplandome con los ojos bien grandes y brillando de entusiasmo.

Con el índice de sus dedo recorrió mi pene desde la base hasta la punta, luego ahueco con sus manos mis testículos y pudo sentir lo tensos que estaban, llenos y a la espera de ser vaciados por una buena corrida que pronto Ethel me daría.

-Mastúrbame!

-Perdón? No te escuché!.- Alzó la vista para mirarme con toda la inocencia y dulzura que le fue posible fingir.

-Enfermera mastúrbame por favor!

Narra Ethel.

Comencé despacio, deslizando mi mano de arriba hacia abajo, muy lentamente. Calum entreabrió los ojos y los labios a la vez y jadeó fuertemente, hinchando y deshinchando su pecho con cada suspiro que votaba. Bajó su mirada y me observó con los ojos empañados de placer, como su pene era poseído por mis manos. Gemía, echaba la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.

El sentía toda la lujuria del mundo, la manera en que con mis manos follaba su pene: arriba-abajo, arriba-abajo. Era una práctica la cual jamás me cansaría de experimentar.

-Mas rápido!.- Gimió Calum.- Oh si, justo así nena.

La respiración de Calum se volvió mas pesada, sus gemidos mas fuertes y sus jadeos mas constantes. El sudor ya comenzaba a emanar de su frente y tenia el pecho de su camiseta empapada de sudor y seguramente así se encontraba la espalda de la camiseta.

Apretó su mandíbula y las venas de su cuello se resaltaron, pase la yema de mi pulgar sobre el glande hinchado y el ritmo con que lo masturbaba aumento. El líquido preseminal brotó desde la punta de su pene, se deslizo hacia abajo y se escurrio entre mis dedos.

-Mierda! Ya estoy cerca!.- Gruño como un animal. -Me corro!.

Me aleje abruptamente de el, dejándolo muy cerca de lo que sería el mejor orgasmo de su vida. Calum gimió con frustración y me miró irrritado.

-Maldición, no! Debes de estar bromeando!.- Gruño.

-Silencio!...

Narra Calum.

Ethel se levantó y se estiró la mano hacia la mesa donde estaban las herramientas. De allí, alcanzo un frasco blanco de tamaño mediano y lo destapo. Luego se volvió a arrodillar frente a mi y retomó su faena de masajear mi pene con su mano derecha, estimulando en busca del orgasmo que anteriormente me había arrebatado.

-Oh si! Oh si!.

Ethel apuntó mi glande al frasco al momento que me corrí, dejando que expulsará todo y llenando hasta el último rincón del frasco con mi esperma. Con un último gemido proveniente de mi garganta, Ethel meneó mi erección y una vez segura que ya había vaciado por completo, soltó mi pene.

Sentí gusto relamiendome los labios cono si pudiera saborear el orgasmo que acababa de experimentar y que ahora le pertenecía a ella, sólo a ella.

Donador de Semen (MiniNovela Hot) «Calum Hood».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora