casi...

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Pov Tony

Me vi en sus ojos al separarse repentinamente

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Me vi en sus ojos al separarse repentinamente. Mi reacción fue tardía y vi la duda en él. Tome su rostro enredando mis dedos en su larga melena despeinada. Lo besé profundo, tan intensamente que sentí un calor hasta en los huesos, todo mi cuerpo reaccionaba a ese simple acto. parecía que mi vida entera se resumía en ese preciso momento, en ese acto. Sentí sus manos rodearme por la espalda, caminamos hasta que sus caderas chocaron contra mi escritorio. Profundisé el beso, hambriento y demandante. Me correspondió, juro por dios que así fue, pero presentía una pequeña duda en él, una que de ratos intentaba empujarme.

—Tony—hablo cerca de mis labios, su aliento cálido era un coctel embriagador —Señor...

—Adoro que me tutees y luego me llames señor—acune su rostro, la pena se reflejaba en su semblante, sus labios hinchados brillaron como fresas en almíbar ¿Cómo podía ser tan hermoso? Tan inocente y tan pecaminoso a la vez.

—Esto no esta bien—sus palabras no tuvieron la fuerza que pretendía, su cuerpo, su postura lo delataba.

—¿entonces porque se siente tan bien? -empuje mi erección contra la suya

—¡ahh!—gimió ladeando la cabeza, chupe su cuello canela tragando su sabor por completo, James era el más exquisito manjar que cualquier mortal pudiese probar. Me sentí afortunado por compartir este momento con él.

—tu quieres esto tanto como yo—desabroche lentamente su camisa dejando un camino de besos por su clavícula, por su hombro, hasta donde pudiese llegar con esa piel expuesta.

—Tony ... de...detente —dijo en un hilo de voz cuando lo tumbe sobre la mesa, me acomode sobre él con, entre sus piernas, continúe con mi labor de desvestirlo, mientras James hundía sus delicados dedos en mi oscuro cabello, jalando débilmente cada vez que la electricidad de mi lengua provocaba descargas en él.

—no lo pienses—hable como un maldito pervertido a punto de corromper al ángel mas puro sobre la faz de la tierra—también lo deseas ... tú me besaste.

Baje por su abdomen, mis manos manosearon cada parte de él, cada centímetro de esa piel acaramelada.

Llegue hasta su ombligo, topándome con su cinturón el cual desabroche de inmediato.

Era mío, James era mío.

Dos golpes en la puerta resonaron.



Quedamos helados, James dejo de respirar

Otros dos golpes


Me empujo antes de que mandara al demonio al maldito impertinente que se atrevía a interrumpirnos. Comenzó a acomodarse las prendas, se peinó el cabello con sus dedos.

Me aparto, se alejó aún más. No me dio tiempo a reaccionar.

—Pase—dijo él, cubriendo con su mano los arañones que Pamela le hizo, y también para disimular su rostro enrojecido por su excitación.

El reemplazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora