Capítulo Cuatro. 1/2.

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POV Armelia

• Capítulo cuatro • 1/2 •

Al otro día.

Desperté con el sol entrando por la ventana y dandome en la cara.

– Agh, ¿Quién deja las cortinas abiertas? – dije tapandome la cara con la almohada tratando de volver a dormir.

– Yo – se escuchó una voz severa – así que levántese, princesa. La esperan para el desayuno.

Ni me molesté en ver quien era y negué la cabeza por debajo de la almohada.

– Es viernes, no tengo deberes reales esta mañana, por lo que pueden desayunar sin mí. – me saqué la almohada pero sin abrir los ojos.

¿Por qué no se va?

Una almohada más dura golpeó mi cabeza, abrí los ojos y vi a Nora mirandome desde arriba con expresión de disgusto. Alguien despertó de mal humor.

– Temo que tiene un invitado, princesa – remarcó, sabiendo que no me gusta que me traten con tanta formalidad – y ha insistido en que lo acompañe a desayunar y posteriormente a cabalgar.

Me levanté de golpe, completamente despierta.

Entonces, ¿no había sido una pesadilla? En serio mi hermano había vuelto aquella noche.

– Parece que Lord Askan ha regresado – Nora tenía tal disgusto en la voz que salió de la habitación con una mirada que decía "si no bajas..."

Lord Askan, mi hermano mayor. El más grande de los tres.

Sentí que la cabeza me dolía mientras otras personas entraban a mi habitación.

– Señorita, ¿lista para vestirse? – me preguntaron amablemente al unísono dos sirvientas, Clara y Moon.

– Eh...si – dije como quien no quiere la cosa. Me paré y fui hasta ellas para que comenzaran a ayudarme.

Lord Askan...

*Flashback*

– ¿Askan? – lo miré entre sorprendida y confundida, ¿qué hacía él aquí?

– Pensé que saltarías de emoción al verme...supongo que ya no tienes 10 años. – sonrió pero no le llegó a los ojos.

– ¿Qué haces aquí...vestido así?

Estaba en unos arapos, parecía la ropa interior de un principe pero larga y sucia.

Tenía nieve y barro por todo el pantalón de lino y su cabeza llena de rulos no portaba su corona, sino algunas hojas.

Era muy impropio de él.

Se miró a sí mismo y se encogió de hombros.

– Primero que todo, buenas noches – hizo una reverencia – y no me pasó nada, solo unos lindos bandidos me ofrecieron un intercambio. Mi ropa por mi vida, lamentablemente no venía armado así que tuve que darles lo que tenía puesto – sacudió la cabeza y cayeron un par de hojas – pero basta de mi, ¿Qué hay de ti, hermanita?

– No me respondiste la primera pregunta – él pareció un poco dolido así que me apresuré a agregar – yo estoy muy bien, gracias.

Se le vió un poco más animado.

– Eso lo hablaremos mañana, cuando tenga un poco de comida en mi sistema – se acercó para abrazarme y lo dejé – me alegro volver. Leonor estaba en otro carruaje así que ella está bien y viene en camino.

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