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Sus gustos acerca hacia los sabrosos helados que pedía constantemente como si fuera su única razón de vivir, eran muy buenos, anteriormente, pero de buenos pasaron a malos, empezando por combinar cosas como meterle un pan entremedio, y por eso había una razón, una lamentable razón por la cuál hasta el más mínimo detalle había cambiado.

Estaba comportándose definitivamente como un tonto, pero no podía hacer por ello, había admitido después de todo que estaba con el corazón estrujado y arrugado como una hoja de papel para luego convertirla en pelotita y jugar con él, esa explicación es lo más semejante en su lugar. Una cosa había que sobre todo recalcar, y es que eran sus ánimos ahora se encontraban por los suelos, más que lo único que llevaba arriba era la terrible tristeza por la que pasaba, ya no existía un remedio, se decía a sí mismo que viviría con ese dolor para siempre.

Para su única buena suerte, ya terminaban las clases extras para poder al fin irse del país y vivir lejos de todos los idiotas que le hablaron, en general, eso es lo que uno piensa cuando está resentido, desde luego, pero ahora era otro día más que tendría que levantarse temprano para asistir a esas clases, luego de haber faltado un par de días sólo para poder despejar su mente y pensar en las cosas; dato, sólo pensaba en las desgracias que le habían ocurrido como todo un chico triste que ya era.

Bastó con una ducha más necesaria que relajante, mirando con detalle todas esas marcas en su cuerpo, se las quedó observando por un buen y largo rato mientras tocaba esas zonas, y de aquello, se le venía en la cabeza las veces que tenía sexo con él, siempre se aseguraba de joderle con una mordida o chupetones por todo el cuerpo, en ese entonces se había más que entregado, se había regalado a la persona equivocada y le molestaba pero no se arrepentía aún. Sacudió su cabeza, olvidando esos momentos para ya vestirse como se le antojara, total, ¿para que irse lindo como lo hacía antes?

En cuanto llegó al colegio; con las peores ganas del mundo con sus ojos algo hinchados y con una bufanda que le cubría hasta la nariz la cual estaba colorada levemente, con el único propósito de ocultar esas marcas notorias de un fuerte color rojo y morado, se encontró con la agradable sorpresa de que en su casillero había dejado caer una nota, no, una no, varias. Quedó paralizado en medio, su cuerpo no daba ni recibía señales, sólo podía quedarse a mirar los garabatos que se hallaban en la puerta de metal suya, ya era suficiente.

— ¿Cómo está mi chico favorito? —gracias a todos los cielos, apareció su mejor amigo, con una sonrisa, esa con la que siempre podía confiar, siempre, llegando con su mochila enorme y un pedazo de cartulina que llevaba enrollada.

— Diría que bien, pero estoy mejor que eso. —sonrió no mucho, pero después de hacerlo, bajaron los ánimos otra vez, desgastándose una vez más.

El otro se entristeció, le dolía ver a su mejor amigo en ese estado, definitivamente ya no era el mismo de antes por lo que su deber según él, era preocuparse.

— Sólo tienes que ir a salir a divertirte un poco. El día está lindo hoy, ¿no crees? Los árboles verdes, las aves cantando, el sol radiante lleno de luz para alumbrarte tu cabecita.

Para su verdad, no había nada de eso ahí afuera, al contrario, el clima estaba como para seguir deprimiéndose más de lo que estaba, con las nubes grises con ganas o no de soltarse a llover.

— Jaemin, todos son unos imbéciles. —cerró el casillero con fuerza y con el enojo que apareció de repente de la nada.

El menor se percató de eso por lo que asintió repetidas veces. Y para no incomodarlo más, miró por todas partes buscando una distracción hasta que la encontró.

cold love  ・  markhyuck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora