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La mañana de un domingo frío era un día tal cual en el que se podría deprimir en cualquier rato, pero era algo cansador entristecerse por una misma razón, qué ridículo, que tonto que tonto.

De todas maneras, seguía siendo lindo la idea estar en casa solo, acostado con un montón de mantos viendo una película en la que todos son felices, pero no tenía con quien mirar, lo empeoró emocionalmente ese hecho, si nada malo hubiera pasado, quizás estaría con él en su cama mientras le abrazaba y le cuidaba, quizás, ¿seguirá siendo así con él? Pero claro, los pensamientos negativos eran esenciales en sus charlas mentales.

— ¿Por qué es tan mierda?

Observó la cucharita de metal con detalle pero sin importancia, con la cual comenzó a batir el té de la taza mientras que con su otra mano sostenía su cabeza, pensando en ello, pero su mente daba vueltas al mismo ritmo como mezclaba el azúcar de hace rato, aún no tenía un tema fijo en el cual preocuparse, actualmente todo le ponía mal.

Dejó de batir que ahora lo hacía innecesariamente, su mirada se centró en el té que se hallaba girando en círculos, que se había enfriado de tanto esperar. Su mente sólo paró, miró hacia al frente sin un punto fijo al qué centrarse, su corazón comenzaba a latir, de una velocidad lenta, a una que lo ponía en un estado nervioso.

Recordó bien esas últimas palabras que escuchó de él, cualquier día, o noche, vendría a su casa, sabía bien que no era para hablar, nunca lo haría, nunca aceptaría sus errores porque los dos son orgullosos, solamente vendría para tener un poco de sexo y con suerte esperarían que con eso se resolviera todo, ¿qué acaso no le importaba su situación emocional?. Eso lo tenía inquieto, no, inquieto no, enojado, ¿cómo es posible que lo tratara así después de lo que le hizo? ¿Se da cuenta de la tremenda basura que es? Aunque por una parte es su culpa, si su culpa, ¿o no? Después de todo le recalcó que nunca tendrían algo, cayó en su propia mentira.

Se alejó de la mesa. Quizás debería pensar bien las cosas, como por ejemplo, cerrar con seguro las puertas al igual que sus ventanas. Si, eso haría sin duda.

Pero estaba paranoico. Mordió su dedo sin intentar moverse más, su cuerpo ya no recibía señales y en cuanto menos se lo esperó, el insoportable ruido del timbre, con solo un ring, llegaron a sus oídos despertándolo de ese pequeño ataque nervioso y entrando en crisis.

Luego de medio minuto volvió a sonar, esta vez el menor sacudió su cabeza, dándose cuenta en la situación por la que estaba, por lo que se levantó, mientras temblaba, directo a la puerta.

Inhaló, exhaló. No tenía porque estar inquieto, a lo mejor no era él quien lo esperaba afuera, tal vez otra persona, pero por más que existieran miles de personas, sólo quería que afuera se encontrara el chico que le lastimó. Si, lo estaba esperando, y con ansias, quería que lo tirara a la cama y follaran mientras le decía lo mucho que lo extrañaba.

Se dejó caer en la cama. Unos labios ajenos se encontraban encima de los suyos, sus mejillas se tornaron rosadas hasta su misma nariz, sus ojos brillaban bajo la capa cristalina de estos, entrecerrado mediante los movimientos del beso que se iban profundizando cada vez más.

Gimió un poco para llamar su atención, y lo logró por supuesto. El otro le miró fijamente, era afortunadamente extraño el momento, no siempre pasaba, y no iba a desaprovechar esta oportunidad que le daba, bueno, si supiera. Comenzó a desvestirlo, con suavidad mientras los besos iban suave sin apresurarse, llegando al punto de siquiera corresponder.

— No dejo de pensar en el chico que me gusta. Lo siento.

 Lo siento

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cold love  ・  markhyuck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora