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||||||𝕷𝖔𝖆𝖉𝖎𝖓𝖌||||||
— ¡Quieres callarte!— El de ojos claros grita en un susurro, da un golpe en la cabeza del otro para intentar mantener la calma.
— No puedo,— suelta entre lloriqueos temerosos— mira la cara de ese, y los brazos, los tatuajes...
— Pareces emocionado, no asustado—. Dice Perxita con una sonrisa divertida.
— Haber,— dice a la vez que suspira, señala al hombre que tienen delante, ellos escondidos detrás de unas cajas de madera tratan de ser silenciosos— ese hombre está bueno. Pero, el arma metido en sus pantalones,— dice mientras ladea la cabeza a la vez que traga sonoramente— no me resulta muy atractivo.
— Eso dices ahora, los malotes son tu tipo y no te has dado cuenta—. Jaume la un leve codazo a la vez que sonríe coqueto, se sonroja ante ese gratuito comentario, niega con la cabeza.
— Si estoy aquí es por mi amor, no por otra cosa—. Replica Raúl a la vez que aprieta con sus manos la sudadera azul pastel que obsequiaba ese día, con molestia piensa el como su gato negro entraba en aquel almacén.
— Don Gato sabe cuidarse solo,— Perxita pone cara de póker y abraza por sobre los hombros a su castaño amigo— pero he venido a ayudar, así que salgamos de aquí cuanto antes con tu gato en brazos.
Esa frase le sonaba tan de héroe que el corazón se le encogía del orgullo al saber que ese muchacho es su mejor amigo, sonríe hacia él y da una mirada llena de gratitud— Gra-
El menor interrumpe—. Y por supuesto después me invitarás a cenar, una pizza estaría bien. No es que te obligue pero mis servicios de amistad no son gratis.
Raúl empuja a su amigo, haciendo que este cayera, ríe mientras se tapa el rostro con su sudadera—. Te odio.
Jaume vuelve a quedar de cuclillas al lado del catalán, mira inspeccionando alguna ventana, algo para poder entrar a ese sitio que en verdad no daba buena espina.
Choca el hombro de Auron y le señala una apertura, en la cual ambos podían escabullirse, asiente conforme con el descubrimiento. Van rodeando al tipo que está quieto en su sitio, sin haberse inmutado, Raúl siente la adrenalina de ese momento, se siente bien pero a la vez el miedo invade su ser.
Su sudadera queda enganchada en una afilada punta, tira ligeramente y niega al ver que esta ha sido un poco dañada al deshilarse. Perxas le llama en voz baja todavía, sigue con la misión de encontrar a su preciado gato, unas voces se escuchan probablemente hablando de algo turbio donde las drogas es el factor importante, provocando asesinatos...
