𝕳𝖎𝖙𝖘 ¹⁸

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«ᴛu ʀᴇᴀʟᴍᴇɴᴛᴇ ᴇʀᴇꜱ ᴜɴ ᴍᴀꜱᴏQᴜɪꜱᴛᴀ Qᴜᴇ ᴅɪꜱꜰʀᴜᴛᴀ ᴇꜱᴛᴏ.»

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Auron tiembla en la cama, es un manojo de nervios, gemidos y jadeos.

Bueno, quién no lo estaría si tiene a alguien entre sus piernas jugando con su entrada y miembro.

Rubius mete y saca los dedos de manera lenta, disfrutando como el mayor se remueve entre las sábanas. Sonríe con malicia y besa las nalgas de este con lentitud, de vez en cuando muerde dejando así la marca de sus dientes, el catalán salta ligeramente ante eso, suelta balbuceos que no son entendibles.

El noruego sube levemente la intensidad de las embestidas, hasta que da con el punto dulce de Raúl.

—¿Apreté un pequeño botón? ¿Uh?— Con precisión vuelve a dar en ese mismo punto, haciendo inevitable que Auron gima en voz alta de nuevo.—Mírate, tan desesperado.

— R-Rubén, yo... Por favor.— Dice entre lloriqueos el mayor, mueve sus caderas de manera circular, buscando ese placer tan exquisito que le brindaban los dedos del falso albino.

—Rogando por más,—el de ojos avellanas ríe de manera ronca y besa el cuello del castaño con lentitud, sin dejar de mover los dedos— hoy estoy siendo muy gentil, ¿no crees? Me has hecho enfadar, lo que te correspondería es un castigo,— Rubius mete con fuerza los tres dedos, dando estos mismos en la sensible próstata del catalán, provocando un alto gemido— pero mira, te estoy haciendo gemir como toda una puta.

—Lo siento, lo siento...—Raúl siente como las lágrimas mojan sus mejillas, solloza del placer e intenta mantener la calma. Falla en el intento al darse cuenta de que Rubius empieza a dejar marcas a lo largo de su espalda, los dedos vuelven a un ritmo lento y tortuoso, el catalán tiembla.

El menor sonríe, retuerce sus dedos sin dejar de tocar la próstata de su pareja, por esto el mayor se aferra a las sábanas, sus gemidos altos que entre ellos apenas se puede entender el nombre de Rubén. El que le hace sentir todo eso.

—¿Lo sientes?—Golpea ligeramente la nalga derecha de Raúl, saca sus dedos y los analiza fijamente—. Mira como has dejado mis dedos. Deseas que te folle, ¿a que sí?

—Sí, por favor.— El castaño lo mira con el rostro sonrojado y ojos acuosos, el rubio lo habría hecho, pero lo dijo antes, es un castigo. Y le apetece un poco de diversión.

Rubius ríe de manera ronca de nuevo, su mirada se torna oscura—. Sigue deseando. Porque antes tendremos una pequeña lección.

Auron se estremece ante esas palabras, el noruego hace que quede mirando el techo, sus muñecas son apretadas con un objeto. Un cinturón que no sabe de dónde habrá sacado porque Rubius no suele utilizarlos.

яυвιυѕρℓαу'ѕ вσσкDonde viven las historias. Descúbrelo ahora