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||||||𝕷𝖔𝖆𝖉𝖎𝖓𝖌||||||
Rubén da una última calada a su cigarrillo para luego tirarlo al suelo y después pisarlo, apoyado ligeramente en su coche espera a su hermana pequeña. No entendía porque debía ir a recogerla, podía asegurar que la pequeña Nieves se valía por sí sola.
Tenía diecisiete años, podía ir con sus amigas mientras hablaban de sus tonterías, pero no, su madre no paró de recriminarle que no le tomaba importancia, que incluso era un mal hermano. ¡Él! ¡Mal hermano!
— Si lo fuera no estaría aquí,— piensa en volver a coger otro cigarro pero niega ante la idea, de un momento a otro se le volvería un vicio que no podría controlar—, a parte tengo que soportar a ese niñato.
Observa como por la gran puerta del colegio salen muchos adolescentes, en grupos, en parejas y algunos solos, su hermana es acompañada por un muchacho de pelo castaño y piercing, un muchacho que le cae sumamente mal.
Mira como a él se le iluminan los ojos al verlo, patético. Eso le parece, porque sabe perfectamente que ese niñito tenía una especie de Crush con su persona. Nieves tironea del de sudadera blanca para quedar enfrente del noruego, este se tensa al estar cerca del mayor, siente sus manos sudar.
— Hola enana.— Rubius hace un simple movimiento con la cabeza, indicando que suba el coche.
— Hola oso.— Nieves le da un leve empujón a su amigo y corre en dirección a la puerta de copiloto.
— H-Hola, — Raúl saluda tímido al hermano mayor de su mejor amiga—, yo me preguntaba... Bueno, realmente no es de mi incumbencia pero, — tose ligeramente ya que siente que en cualquier momento podría entrar en un colapso—, ¿irás a la fiesta de Mangel?
El rubio mira con una mueca de molestia al más bajo, rebusca en su bolsillo las llaves del auto—. Como bien has dicho, no es de tu incumbencia,— cuando las encuentra se pone correctamente de pie y empieza a caminar hacia el lado del piloto— pero sí, iré.
El menor asiente con el rostro sonrojado, los ojos brillosos, apunto de chillar de la más pura ilusión.
Por primera vez el noruego no había sido tan grosero, por primera vez le había contestado a una pregunta.
Hincha levemente su pecho con orgullo ante su pequeño e inocente logro, sin darse cuenta el motor del vehículo ya ha sido encendido, su amiga pelirroja se despide de él con un movimiento de mano, corresponde para dar media vuelta y saltar.
Camina con rapidez a su casa, a él también le han invitado a la fiesta, es más, el propio Mangel le había dicho que debía ir. Al principio se iba a negar, pero es que al saber que el mayor va a asistir, le daba igual si se acercaban los exámenes, si su mochila pesaba demás por los muchos libros que llevaba, si tenía problemas sumamente complicados de matemáticas, él iría solo para verlo.
