5. No hay secretos en Stohess

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¡Hola nuevamente! Me alegra poder volver con la continuación (: Espero que les guste la historia y estén ansiosos y ansiosas - como yo - de seguir leyendo.

Sin más preámbulo, les traigo otro capítulo. ¡Disfruten!

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Eran pasado las nueve de la noche de ese lluvioso sábado. Levi acababa de entrar al bar, se sacó rápidamente el abrigo para no mojarse más la ropa y revolvió su cabello azabache para quitarse los restos de agua que lo cubrían mientras miraba a su alrededor buscando a sus amigos.

En una mesa al fondo del local, la mano alzada de Erwin le señaló el camino hasta el lugar que había apartado el rubio para la junta de esa noche. Su amigo sonreía entusiasmado cuando se sentó frente a él en los sillones que rodeaban la mesa cuadrada de madera, donde su compañero ya tenía un vaso de cerveza servido.

– ¿La maldita cuatro ojos todavía no llega? – preguntó el azabache tras saludar a su amigo, recibiendo una sonrisa de su parte.

– Sabes que Hange tiene problemas con la puntualidad. – respondió Erwin calmadamente, llamando al mesero con un gesto de su mano.

– Y tú siempre llegas antes de la hora. – cuando el mesero llegó, Levi le pidió lo mismo que estaba bebiendo el rubio. – Es extraño venir a estos lugares cuando se pierde la costumbre. – comentó tras un instante.

– Es cierto. Pero Hanji tiene razón, es necesario distraernos un rato. – añadió el detective. – ¿Farlan no vendrá? – preguntó con curiosidad tras beber un sorbo de su cerveza.

– Dijo que tenía que terminar de revisar unos artículos de la revista. – respondió el azabache con un suspiro; las labores de Farlan lo mantenían mucho más alejado con su trabajo en la revista y también por hacerse cargo de la casa. Erwin y Hange le tenían mucho cariño y, desde que los presentó, siempre lo invitaban a las salidas que hacían y las fiestas importantes, como los cumpleaños o navidad.

– ¿Han estado bien las cosas en la casa? – el rubio siempre preguntaba por los chicos de la casa de acogida; al parecer, se llevaba bastante bien con ellos. 

– Dentro de lo posible. Ya sabes lo que están haciendo los Fritz con sus evasiones de impuestos. – el mesero trajo el pedido de Levi y el hombre bebió un sorbo de la cerveza, la cual encontró demasiado ácida para su gusto. – Siempre con estas cervezas extrañas, Erwin. – reclamó, arrugando la nariz.

– Nadie te obliga a pedir lo mismo que yo. – rio el rubio tras ver el gesto asqueado de su compañero. – Oi, Levi... quería hablarte de algo antes de que llegara Hange. – mencionó tras unos instantes de silencio. El azabache miró a su amigo con gesto confundido y ese misterio que trasmitía le daba mala espina. Todo lo que hacía Erwin tenía un propósito y, claro está que, conociendo que la pelirroja siempre llegaba tarde y ellos eran los puntuales, planeó la situación para tener esos momentos para conversar. Típico de Erwin.

– Suéltalo de una vez. – le dijo con brusquedad.

– Me llegó una información de que has estado... frecuentando al hijo menor de Grisha Jaeger. – comentó con seriedad y algo parecido al nerviosismo se acentuó en sus ojos azules, levemente vacilantes.

– ¿Qué? – exclamó el azabache.

"Demonios", pensó, cuánto odiaba esa ciudad. Ya se temía que, tras ir a la casa del mocoso hace días atrás, más de algún reportero sensacionalista debió haberse percatado del hecho y hacer correr rumores. Involucrarlo derechamente con Eren no significaba algo raro, sin embargo, después de haberse marchado de la casa del moreno tras aclarar las posturas que cada uno tenía sobre el tema del Espectro, no volvió a saber de él y tampoco quería volver a saber de él.

Criminal - [Ereri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora