❛ 𝐬𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 ❜ ;; naruto, naruto shippuden

treinta y tres

スター
Strange; capítulo treinta y tres
«confrontación»

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Ayanami alzó su mirada de sus manos blancas que tenían un ligero tono rosado en sus nudillos y cicatrices de todos los tamaños decorando su piel con tranquilidad, sus dedos largos y las palmas de sus manos ya no tenían la habitual suavidad que poseía hace tan solo unos largos años atrás, pequeños cayos en esas zonas en la que agarraba la empuñadora de su katana se dejaba a la vista en su palma derecha. Ladeó su cabeza con cansancio de ver siempre lo mismo y se encaminó al despacho del líder, poniendo en riesgo su integridad al saber demasiado bien que su acción había desatado la molestia de Pain.

Tocó con suavidad la puerta de roble, dando ligeros toques para que no piense la persona dentro del despacho que venía con malas intenciones; escuchó la orden del líder para entrar y la acató mostrando una capa de serenidad rodeando su cuerpo.

Como si no temiese que algo malo podría pasar dentro de unos minutos.

Lo vio ahí, mirándola con esos ojos violáceos en forma de espiral que reflejaban la más pura molestia que sentía hacia ella en esos momentos pero se quedó parada haciéndole frente, demostrando una vez más que recibiría cada golpe o grito con neutralidad porque no se arrepentía de sus acciones. Pain casi bufa para no querer agarrar con sus manos el cuello de la fémina y ahorcarla hasta el punto en que su rostro se vuelva azul por la falta de oxígeno, que sus ojos blancos le imploren clemencia hacia él, el Dios, para que su tortura acabase. Pero, no. No podía hacerlo porque debía hacer que la basta fidelidad que ella tenía hacia él como líder permanezca ahí, ya que ella solo era una servidora hacia él pero una importante.

Era la mejor carta que tenía hasta el momento.

La miró en silencio, notando unas oscuras ojeras cubrir debajo de sus ojos y aquel blanco color decorar sus ojos opacos. Se levantó, queriendo que la menor tiemble por su apariencia pero sus ojos se nublaron de la molestia al notar un atisbo de sonrisa aparecer en el rostro de la fémina. Comenzó a rodear el escritorio lleno de papeles y dio unos cortos pasos para estar a unos treinta centímetros de la mujer, ambos retándose con la mirada para dar la primera palabra pero uno de los dos no  pensó que eso pasaría.

—Qué mierda hiciste allá afuera —apretó el agarre que Pain tenía en el cuello de la chica, casi burlándose por lo que estaba haciendo ya que iba en contra de sus pensamientos pero ya era tarde, sus manos estaban tranquilamente rodeando aquel largo y blanquecino cuello de Ayanami que estaba mirándolo con una neutralidad casi irreal—. Habla.

—Yo no mato estrellas incompletas —contestó Ayanami sin dificultad alguna, aumentando la molestia del portador del Rinnegan.

—Lo único que debías hacer era aprenderte el jutsu que te pedí, ¡solo eso! —gruñó tensando su mano y haciendo que el blanquecino rostro de la fémina se comenzara a tornar azulado—. No debías meterte en lo que no te incumbía, Ayanami.